La competencia es la madre de la ciencia en el párrafo centésimo nono de El Origen de las Especies

 

Vuelve a sorprendernos el autor por su exceso de imaginación, lo cual es sinónimo,  en este caso,  de falta de rigor. En esta sentencia:

 

In this case we can clearly see that if we wish in imagination to give the plant the power of increasing in numbers, we should have to give it some advantage over its competitors, or over the animals which prey on it.

 

En este caso podemos ver claramente que si queremos con la imaginación conceder a la planta el poder de aumentar en número tendremos que concederle alguna ventaja sobre sus competidores o sobre los animales que la devoran.

 

El párrafo entero es una exaltación de la competición y nada nos dice acerca de la formación de una especie nueva.

 

 

 

 

109.

Look at a plant in the midst of its range! Why does it not double or quadruple its numbers? We know that it can perfectly well withstand a little more heat or cold, dampness or dryness, for elsewhere it ranges into slightly hotter or colder, damper or drier districts. In this case we can clearly see that if we wish in imagination to give the plant the power of increasing in numbers, we should have to give it some advantage over its competitors, or over the animals which prey on it. On the confines of its geographical range, a change of constitution with respect to climate would clearly be an advantage to our plant; but we have reason to believe that only a few plants or animals range so far, that they are destroyed exclusively by the rigour of the climate. Not until we reach the extreme confines of life, in the Arctic regions or on the borders of an utter desert, will competition cease. The land may be extremely cold or dry, yet there will be competition between some few species, or between the individuals of the same species, for the warmest or dampest spots.

 

Consideramos una planta en el centro de su área de dispersión. ¿Por qué no duplica o cuadruplica su número? Sabemos que puede perfectamente resistir bien un poco más de calor o de frío, de humedad o de sequedad, pues en cualquier otra parte se extiende por comarcas un poco más calurosas o más frías, más húmedas o más secas. En este caso podemos ver claramente que si queremos con la imaginación conceder a la planta el poder de aumentar en número tendremos que concederle alguna ventaja sobre sus competidores o sobre los animales que la devoran. En los confines de su distribución geográfica, un cambio de constitución relacionado con el clima sería evidentemente una ventaja para nuestra planta; pero tenemos motivo para creer que muy pocas plantas y animales se extienden tan lejos que sean destruidos por el rigor del clima. La competencia no cesará hasta que alcancemos los límites extremos de la vida en las regiones árticas, o en las orillas de un desierto absoluto. La tierra puede ser extremadamente fría o seca, y, sin embargo, habrá competencia entre algunas especies, o entre los individuos de la misma especie, por los lugares más calientes o más húmedos.

 

Imagen de Losing paradise?

Compartir:

4 comentarios

  1. Estimado D. Emilio:

    enardecido por el asombro sigo en algunos ratos libres la innumerable y prodigiosa catarata destructora que brota de las húmedas y rebosantes fuentes de su palpitante corazón.

    Mi edad, avanzada pero aún no claudicante, quizás me impida investigar con claridad en la marabunta blogera que desde ya yo también apoyo con mis pervertidas entenderas.

    El caso es que no encuentro a mi pesar una teoría suya (qué bueno si encima sentada a horcajadas sobre una deslumbrosa parafernalia experimental) que venga a completar el eterno ciclo de nuestro común amado (espero) método científico.
    Porque entonces sí cederé asombrado a su empuje destructor…

    …que negando la teoría precedente,
    irrisoria quizá, de burla fácil,
    no osa con valor a hincarle el diente
    a una nueva visión, que en modo grácil

    nos indique y explique la manera
    en que este mundo amado desenrosca
    la ristra sin fin, que no cadena,
    que va del individuo hasta la mosca.

    Gracias por su atención (parece que dispone de tiempo, D. Emilio).

  2. Estimado don Gregorio,

    Gracias por su atención.

    Lo que usted viene a proponer aquí es lo que llamé en su día Segundo resorte darwinista y lo describí hace ya unos años en el blog Biología Humanista. Consiste básicamente en un grave error. El de pensar que quien se de cuenta de que la seleccion natural no tiene ningún valor, ha de ser precisamente quien proponga una nueva teoría científica para explicar la evolución.

    Como le digo hace tiempo que lo expliqué:

    http://nuevabiologia.blogspot.com.es/2008/01/resortes-darwinistas-segundo-resorte-si.html

    Y desde entonces, sigo viéndolo igual. Por poner un ejemplo sería como si usted viese por la calle a un bandido atracar a una viejecita y cuando va a la comisaria a denunciarlo le dice el oficial de policia que no basta con denunciar sino que usted debería proponer algo mejor o compensar a la señora de su daño (¿Casándose con ella tal vez?) No ¿Verdad?. Pues no, claro. La denuncia de algo no obliga al denunciante a restauración alguna. En Ciencia, la crítica es actividad fundamental per se. Además, en este caso sirve para demostrar lo inútil que puede resultar el intento de explicar grandes problemas (la transformación de las especies) con herramientas poco adecuadas.

    El método científico, nuestro querido Método Científico, don Gregorio, tiene sus limitaciones y no reconocerlas nos llevaría a lo que don Santiago Ramón y Cajal llamaba «Cazar leones con mostacilla», actividad destacada del darwinismo.

    Saludos

  3. D. Emilio

    Lo primero: estoy desolado porque escribí incar (sic; válgame el cielo) sin su correspondiente y sorda «h». Por lo que más adore, corríjame como dueño del blog esa entrada o seré centro de burlas de sus seguidores. Gracias.

    Segundo: he leído su escrito al que tan amablemente me orienta y (caramba) estoy de acuerdo con ud. Eso sí, el chocarrero ejemplo comparativo no me satisface en demasía. Más me convence este: «Ay del que declarase falsas y contradictorias las explicaciones biblícas de nuestro mundo, pues incurriría en una crítica negativa y destructiva; debería entonces hacer una crítica constructiva y ejemplificarnos y descubrirnos cómo fue el mundo creado».
    Y entonces, ambos en el acuerdo, nos podremos lanzar a la crítica destructiva, no sólo contra el sistema darwinista, sino contra todo el Sistema…

    ¿Revolución, D. Emilio?

  4. Estimado don Gregorio,

    Gracias por su comentario y su ejemplo mil veces mejor que los míos que, efectivamente y más aún después de leer el suyo, encuentro de mal gusto. Es curioso lo que tiene uno que esmerarse para escribir un simple comentario en un blog, de lectura voluntaria y gratuita mientras que autores consagrados, incluso de lectura obligatoria en las aulas, se permiten escribir las más tamañas barbaridades, ya sabe. Por cierto añado su hache ahí arriba y no se preocupe que hoy la ortografía apenas se mira.

    ¿Revolución, dice? Pequeños, sutiles cambios propongo. Cuestión de paciencia,…..

    Gracias por la suya

Deja un comentario