The really surprising fact in this case of the Galapagos Archipelago en el párrafo sexcentésimo nonagésimo primero del Origen de las Especies

Así comienza este párrafo:

 

The really surprising fact in this case of the Galapagos Archipelago…

 

El hecho verdaderamente sorprendente en este caso del archipiélago de los Galápagos…

 

Y ¿qué será, nos preguntamos, qué podrá ser ese hecho tan sorprendente?

 

Veamos. Para empezar, nuestra frustración:

 

cada nueva especie, después de haber sido formada en una isla, no se extendió rápidamente a las otras.

 

¿Pero cada especie de qué? ¿En qué isla? ¿Quién le dijo que una especie se formó en una isla?

 

Sigamos leyendo:

 

Las corrientes del mar son rápidas y barren entre las islas, y las tormentas de viento son extraordinariamente raras; de manera que las islas están de hecho mucho más separadas entre sí de lo que aparecen en el mapa.

 

Ah, bueno!, entonces, es que el mapa está mal. Si es así habrá que corregirlo y listo. Pero no,…:

 

. Sin embargo, algunas de las especies -tanto de las que se encuentran en otras partes del mundo como de las que están confinadas en el archipiélago- son comunes a varias islas, y de su modo de distribución actual podemos deducir que de una isla se han extendido a las otras

 

¡Por favor, que alguien nos ayude!: Las islas ¿Están separadas o no lo están?,  Las especies: ¿ se han transladado entre las islas o no se lo han hecho? ¿Qué prueba presenta el autor de toda esta verborrea? ¿A qué especie se refiere?

 

 

Pero no preocuparse, que todo se arregla:

 

Pero creo que, con frecuencia, adoptamos la errónea opinión de que es probable que especies muy afines invadan mutuamente sus territorios cuando son puestos en libre comunicación. Indudablemente, si una especie tiene alguna ventaja sobre otra, en brevísimo tiempo la suplantará en todo o en parte; pero si ambas son igualmente adecuadas para sus propias localidades, probablemente conservarán ambas sus puestos, separados durante tiempo casi ilimitado

 

 

 

Vuelven los tópicos del darvinés y todo queda resuelto como por arte de magia. ¡Increíble!.

 

 

 

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The really surprising fact in this case of the Galapagos Archipelago, and in a lesser degree in some analogous cases, is that each new species after being formed in any one island, did not spread quickly to the other islands. But the islands, though in sight of each other, are separated by deep arms of the sea, in most cases wider than the British Channel, and there is no reason to suppose that they have at any former period been continuously united. The currents of the sea are rapid and deep between the islands, and gales of wind are extraordinarily rare; so that the islands are far more effectually separated from each other than they appear on a map. Nevertheless, some of the species, both of those found in other parts of the world and of those confined to the archipelago, are common to the several islands; and we may infer from the present manner of distribution that they have spread from one island to the others. But we often take, I think, an erroneous view of the probability of closely allied species invading each other’s territory, when put into free intercommunication. Undoubtedly, if one species has any advantage over another, it will in a very brief time wholly or in part supplant it; but if both are equally well fitted for their own places, both will probably hold their separate places for almost any length of time. Being familiar with the fact that many species, naturalised through man’s agency, have spread with astonishing rapidity over wide areas, we are apt to infer that most species would thus spread; but we should remember that the species which become naturalised in new countries are not generally closely allied to the aboriginal inhabitants, but are very distinct forms, belonging in a large proportion of cases, as shown by Alph. de Candolle, to distinct genera. In the Galapagos Archipelago, many even of the birds, though so well adapted for flying from island to island, differ on the different islands; thus there are three closely allied species of mocking-thrush, each confined to its own island. Now let us suppose the mocking-thrush of Chatham Island to be blown to Charles Island, which has its own mocking-thrush; why should it succeed in establishing itself there? We may safely infer that Charles Island is well stocked with its own species, for annually more eggs are laid and young birds hatched than can possibly be reared; and we may infer that the mocking-thrush peculiar to Charles Island is at least as well fitted for its home as is the species peculiar to Chatham Island. Sir C. Lyell and Mr. Wollaston have communicated to me a remarkable fact bearing on this subject; namely, that Madeira and the adjoining islet of Porto Santo possess many distinct but representative species of land-shells, some of which live in crevices of stone; and although large quantities of stone are annually transported from Porto Santo to Madeira, yet this latter island has not become colonised by the Porto Santo species: nevertheless, both islands have been colonised by some European land-shells, which no doubt had some advantage over the indigenous species. From these considerations I think we need not greatly marvel at the endemic species which inhabit the several islands of the Galapagos Archipelago not having all spread from island to island. On the same continent, also, pre-occupation has probably played an important part in checking the commingling of the species which inhabit different districts with nearly the same physical conditions. Thus, the south-east and south-west corners of Australia have nearly the same physical conditions, and are united by continuous land, yet they are inhabited by a vast number of distinct mammals, birds, and plants; so it is, according to Mr. Bates, with the butterflies and other animals inhabiting the great, open, and continuous valley of the Amazons.

 

El hecho verdaderamente sorprendente en este caso del archipiélago de los Galápagos, y en menor grado en algunos casos análogos, es que cada nueva especie, después de haber sido formada en una isla, no se extendió rápidamente a las otras. Pero las islas, aunque a la vista unas de otras, están separadas por brazos de mar profundos, en la mayor parte de los casos más anchos que el canal de la Mancha, y no hay razón para suponer que las islas hayan estado unidas en algún período anterior. Las corrientes del mar son rápidas y barren entre las islas, y las tormentas de viento son extraordinariamente raras; de manera que las islas están de hecho mucho más separadas entre sí de lo que aparecen en el mapa. Sin embargo, algunas de las especies -tanto de las que se encuentran en otras partes del mundo como de las que están confinadas en el archipiélago- son comunes a varias islas, y de su modo de distribución actual podemos deducir que de una isla se han extendido a las otras. Pero creo que, con frecuencia, adoptamos la errónea opinión de que es probable que especies muy afines invadan mutuamente sus territorios cuando son puestos en libre comunicación. Indudablemente, si una especie tiene alguna ventaja sobre otra, en brevísimo tiempo la suplantará en todo o en parte; pero si ambas son igualmente adecuadas para sus propias localidades, probablemente conservarán ambas sus puestos, separados durante tiempo casi ilimitado. Familiarizados con el hecho de que en muchas especies naturalizadas por la acción del hombre se han difundido con pasmosa rapidez por extensos territorios, nos inclinamos a suponer que la mayor parte de las especies tienen que difundirse de este modo; pero debemos recordar que las especies que se naturalizan en nuevos países no son generalmente muy afines de los habitantes primitivos, sino formas muy distintas, que, en número relativamente grande de casos, como ha demostrado Alph. de Candolle, pertenecen a géneros distintos. En el archipiélago de los Galápagos, aun de las mismas aves, a pesar de estar bien adaptadas para volar de isla en isla, muchas difieren en las distintas islas; así, hay tres especies muy próximas de Mimus, confinada cada una a su propia isla. Supongamos que el Mimus de la isla Chatham es arrastrado por el viento a la isla Charles, que tiene su Mimus propio, ¿por qué habría de conseguir establecerse allí? Podemos admitir con seguridad que la isla Charles está bien poblada por su propia especie, pues anualmente son puestos más huevos y salen más pajarillos de los que pueden criarse, y debemos admitir que el Mimus peculiar a la isla Charles está adaptado a su patria, por lo menos, tan bien como la especie peculiar de la isla Chatham. Sir C. Lyell y míster Wollaston me han comunicado un hecho notable relacionado con este asunto, y es que la isla de la Madeira y el islote adyacente de Porto Santo poseen muchas especies de conchas terrestres distintas, pero representativas, algunas de las cuales viven en resquebrajaduras de las rocas; y a pesar de que anualmente son transportadas grandes cantidades de piedra desde Porto Santo a Madeira, sin embargo, esta isla no ha sido colonizada por las especies de Porto Santo, aun cuando ambas islas lo han sido por moluscos terrestres de Europa que indudablemente tenían alguna ventaja sobre las especies indígenas. Por estas consideraciones creo que no hemos de maravillarnos mucho porque las especies peculiares que viven en las diferentes islas del archipiélago de los Galápagos no hayan pasado todas de unas islas a otras. En un mismo continente la ocupación anterior ha representado probablemente un papel importante en impedir la mezcla de las especies que viven en distintas regiones que tienen casi las mismas condiciones físicas. Así, los extremos sudeste y sudoeste de Australia tienen casi iguales condiciones físicas y están unidos por tierras sin solución de continuidad, y, sin embargo, están habitadas por un gran número de mamíferos, aves y plantas diferentes; lo mismo ocurre, según míster Bates, con las mariposas y otros animales que viven en el grande, abierto y no interrumpido valle del Amazonas.

Lectura aconsejada:

 

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