¿Cine darwinista o sardina? Sardina, por favor


Guillermo Cabrera Infante tituló a su novela «Cine o sardina» por la disyuntiva en que se veía al estar corto de recursos y tener que elegir entre gastar su escaso peculio en ir al cine o en la adquisición de una nutritiva sardina. Con la peliculita que sacan ahora para conmemorar el año Darwin no hay duda en la elección: Invertir en sardinas va a ser lo adecuado. Para muestra, un trailer:

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Un comentario

  1. Me ha alegrado un montón encontrarme este blog. Soy filósofo y desconozco casi por completo, si no es que por completo, la biología. Pero estoy familiarizado con la lógica y con la naturaleza de los conceptos en general, por lo cual me siento competente para juzgar si un concepto, sea de la disciplina que sea, empírica o no, tiene validez. Desde hace tiempo caí en la cuenta de que, en efecto, la tesis principal del darvinismo era vana, tautológica, que no afirmaba nada; incluso me pareció que como maniobra explicativa suponía una especie de ontología parmenídea, ontología que se sabe muy bien es absolutamente incompatible con el concepto de evolución y cambio (Cfr. Hegel, Enciclopedia, parágrafo 88). También caí en la cuenta que las tesis del llamado cognotivismo evolutivo, promovidas por el fanático, dogmático, farsante y oscurantista Dawkin, incurrían en contradicción performartiva. En fin, me he emocionado porque el autor de este blog se dedica profesionalmente a la biología, lo cual me obliga a pensar que mis objeciones al darvinismo no estaban tan descaminadas y no eran obra de haber perdido los sesos por leer tanta filosofía.

    Un saludo.

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