La semejanza como guía del conocimiento



Imagen: Tómbolo de Punta Uvita en el Parque Nacional Marino Ballena, Costa Rica. 
Tomada de PérezCeledón.net

El capitulo segundo de la obra «Las palabras y las cosas» de Michel Foucault, titulado «La Prosa del Mundo», comienza de esta manera :

Hasta fines del siglo xvi, la semejanza ha desempeñado un papel constructivo en el saber de la cultura occidental. En gran parte, fue ella la que guió la exégesis e interpretación de los textos; la que organizó el juego de los símbolos, permitió el conocimiento de las cosas visibles e invisibles, dirigió el arte de representarlas. El mundo se enrollaba sobre sí mismo: la tierra repetía el cielo, los rostros se reflejaban en las estrellas y la hierba ocultaba en sus tallos los secretos que servían al hombre. La pintura imitaba el espacio. Y la representación —ya fuera fiesta o saber— se daba como repetición: teatro de la vida o espejo del mundo, he ahí el título de cualquier lenguaje, su manera de anunciarse y de formular su derecho a hablar.

Un poco más adelante indica:

La trama semántica de la semejanza en el siglo xvi es muy rica: Amicitia, Aequalitas (contractus, consensus, matrimonium, societas, pax et similia), Consonantia, Concertus, Continuum, Paritas, Proporfío, Similitudo, Conjuctio, Copula.  Existen, desde luego, muchas otras nociones que se entrecruzan en la superficie del pensamiento, se superponen, se refuerzan o se limitan. Por el momento, bastará con indicar las figuras principales que prescriben sus articulaciones al saber de la semejanza. Hay cuatro que son, con toda certeza, esenciales.

Lo cual le permite extenderse a continuación en las cuatro figuras mencionadas: Convenientia, Aemulatio, Analogia y Simpatia. Tratando de la primera (Convenientia), explica:


 

Son «convenientes» las cosas que, acercándose una a otra, se unen,

sus bordes se tocan, sus franjas se mezclan, la extremidad de una traza el principio de la otra.

Así, se comunica el movimiento, las influencias y las pasiones, lo mismo que las propiedades.

De manera que aparece una semejanza en esta bisagra de las cosas. Doble desde que se trata de aclararla:

semejanza del lugar, del sitio en el que la naturaleza ha puesto las dos cosas,

por lo tanto, similitud de propiedades; ya que en este continente natural que es el mundo,

la vecindad no es una relación exterior entre las cosas, sino el signo de un parentesco oscuro cuando menos.



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Un comentario

  1. Que todos los hombres somos hermanos, es algo más que una bella metáfora: es biológicamente verdadero. Por eso decimos que hay que amar al "prójimo", es decir, al próximo, al que tenemos cerca, al lado, porque como sugiere Foucault, entre colindantes y próximos hay un parentesco oscuro cuando menos.

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