Ese gran principio de la gradación en el párrafo cuadrigentésimo trigésimo de El Origen de las Especies

Con tres puntos ha construido el autor una gradación. Si en el punto medio no estuviese la Melipona domestica de Méjico, habría construido una gradación con sólo dos puntos.

 

Si entonces, con dos puntos, habría sido totalmente inadmisible admitir gradación alguna, con tres viene a ocurrir algo parecido. No hay tal gradación sino tres comportamientos diferentes e independientes. Dicho de otro modo ¿Qué entiende el autor por Principio de la Gradación? ¿Que las cosas cambian poco a poco? No siempre.

 

 

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I was led to investigate this subject by Mr. Waterhouse, who has shown that the form of the cell stands in close relation to the presence of adjoining cells; and the following view may, perhaps, be considered only as a modification of his theory. Let us look to the great principle of gradation, and see whether Nature does not reveal to us her method of work. At one end of a short series we have humble-bees, which use their old cocoons to hold honey, sometimes adding to them short tubes of wax, and likewise making separate and very irregular rounded cells of wax. At the other end of the series we have the cells of the hive-bee, placed in a double layer: each cell, as is well known, is an hexagonal prism, with the basal edges of its six sides bevelled so as to join an inverted pyramid, of three rhombs. These rhombs have certain angles, and the three which form the pyramidal base of a single cell on one side of the comb, enter into the composition of the bases of three adjoining cells on the opposite side. In the series between the extreme perfection of the cells of the hive-bee and the simplicity of those of the humble-bee, we have the cells of the Mexican Melipona domestica, carefully described and figured by Pierre Huber. The Melipona itself is intermediate in structure between the hive and humble bee, but more nearly related to the latter: it forms a nearly regular waxen comb of cylindrical cells, in which the young are hatched, and, in addition, some large cells of wax for holding honey. These latter cells are nearly spherical and of nearly equal sizes, and are aggregated into an irregular mass. But the important point to notice is, that these cells are always made at that degree of nearness to each other that they would have intersected or broken into each other if the spheres had been completed; but this is never permitted, the bees building perfectly flat walls of wax between the spheres which thus tend to intersect. Hence, each cell consists of an outer spherical portion, and of two, three, or more flat surfaces, according as the cell adjoins two, three or more other cells. When one cell rests on three other cells, which, from the spheres being nearly of the same size, is very frequently and necessarily the case, the three flat surfaces are united into a pyramid; and this pyramid, as Huber has remarked, is manifestly a gross imitation of the three-sided pyramidal base of the cell of the hive-bee. As in the cells of the hive-bee, so here, the three plane surfaces in any one cell necessarily enter into the construction of three adjoining cells. It is obvious that the Melipona saves wax, and what is more important, labour, by this manner of building; for the flat walls between the adjoining cells are not double, but are of the same thickness as the outer spherical portions, and yet each flat portion forms a part of two cells.

 

Me llevó a investigar este asunto míster Waterhouse, quien ha demostrado que la forma de la celdilla está en íntima relación con la existencia de celdillas adyacentes, y las ideas que siguen pueden quizá considerarse como una simple modificación de su teoría. Consideremos el gran principio de la gradación, y veamos si la Naturaleza no nos revela su método de trabajo. En un extremo de una corta serie tenemos los abejorros, que utilizan sus capullos viejos para guardar miel, añadiéndoles a veces cortos tubos de cera, y que hacen también celdillas de cera separadas e irregularmente redondeadas. En el extremo de la serie tenemos las celdillas de la abeja común situadas en dos capas: cada celdilla, como es bien sabido, es un prisma hexagonal, con los bordes de la base de sus seis caras achaflanados, de modo que se acoplen a una pirámide invertida formada por tres rombos. Estos rombos tienen determinados ángulos, y los tres que forman la base piramidal de una celdilla de un lado del panal entran en la composición de las bases de tres celdillas contiguas del lado opuesto. En la serie, entre la extrema perfección de las celdillas de la abeja común y la simplicidad de las del abejorro, tenemos las celdillas de Melipona domestica de Méjico, cuidadosamente descritas y representadas por Pierre Huber. La Melipona misma es intermedia, por su conformación, entre la abeja común y el abejorro, pero más próxima a este último. Construye un panal de cera, casi regular, formado por celdillas cilíndricas, en las cuales se desarrollan las crías, y, además, por algunas celdas de cera grandes para guardar miel. Estas últimas son casi esféricas, de tamaño casi igual, y están reunidas, constituyendo una masa irregular. Pero el punto importante que hay que advertir es que estas celdas están siempre construidas a tal proximidad unas de otras, que se hubiesen roto o entrecortado mutuamente si las esferas hubiesen sido completas; pero esto no ocurre nunca, pues estas abejas construyen paredes de cera perfectamente planas entre las esferas que tienden a entrecortarse. Por consiguiente, cada celdilla consta de una porción extrema esférica y de dos, tres o más superficies planas, según que la celdilla sea contigua de otras dos, tres o más celdillas. Cuando una celdilla queda sobre otras tres -lo cual, por ser las esferas del mismo tamaño, es un caso obligado y frecuentísimo-, las tres superficies planas forman una pirámide, y esta pirámide, como Huber ha hecho observar, es manifiestamente una imitación tosca de la base piramidal de tres caras de las celdillas de la abeja común. Lo mismo que en las celdillas de la abeja común, también aquí las tres superficies planas de una celdilla entran necesariamente en la construcción de tres celdillas contiguas. Es manifiesto que, con este modo de construir, la Melipona ahorra cera y, lo que es más importante, trabajo, pues las paredes planas entre las celdillas contiguas no son dobles, sino que son del mismo grueso que las porciones esféricas exteriores, y, sin embargo, cada porción plana forma parte de dos celdillas.

 

 

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