Descubrimiento de la pólvora: La utilidad para el ser humano, principio de la selección y un grave error en el párrafo trigésimo séptimo de El Origen de las Especies

 

El párrafo trigésimo séptimo es el primero de una serie dedicada a los Principios de selección practicados desde tiempo antiguo y sus efectos. Veremos qué pueda entender un autor que confunde selección con mejora,  por Principios de selección y si en este caso también, como en el de las palomas, nos sorprende por haber descubierto la pólvora. En particular nos preocupa mucho la palabra selección y lo que el autor pueda entender al respecto. Tal palabra ha aparecido ya dos veces en éste capítulo primero y, por su importancia, bien merecería ir acompañada de una cuidadosa definición.  ¿Veremos en esta sección definición tan esperada ? …No. Por el contrario lo que vamos a ver es prueba de la ignorancia del autor:

 

 

 

The key is man’s power of accumulative selection: nature gives successive variations; man adds them up in certain directions useful to him. In this sense he may be said to have made for himself useful breeds.

 

La clave está en la facultad que tiene el hombre de selección acumulativa; la Naturaleza da variaciones sucesivas; el hombre las suma en cierta dirección útil para él. En este sentido puede decirse que ha hecho razas útiles para él.

 

 

Lo cual no es exacto ya que, la naturaleza no da variaciones sucesivas  que el hombre sume.

Cierto es que el ser humano sólo puede seleccionar entre las posibilidades que la naturaleza le ofrece y le permite. Pero además resulta que la selección es una parte del proceso de mejora, pero no la única. Puede ocurrir que se  seleccionen muy bien los progenitores y la mejora no avance, porque la clave no está sólo en la selección, sino en la fertilidad de los cruzamientos y en la heredabilidad de los caracteres elegidos.

 

El ser humano tiene la facultad de seleccionar entre las variaciones de la naturaleza.  Cierto. Pero no obtendrá resultado alguno si las variaciones seleccionadas no son heredables. No es exacto decir que el ser humano ha  hecho razas útiles para él , es más exacto decir que  ha hecho las razas que le ha permitido hacer la naturaleza.

 

 

Llama la atención al comienzo la ingenuidad:

 

Uno de los rasgos característicos de las razas domésticas es que vemos en ellas adaptaciones, no ciertamente para él propio bien del animal o planta, sino para el uso y capricho del hombre.

 

Efectivamente, mediante selección se obtienen las características deseadas y esto no se hace para el bien del animal. Precisamente la selección depende de la voluntad del seleccionador. Pero la mejora no sólo depende de la selección sino que depende además de las posibilidades existentes en la naturaleza.

 

Let us now briefly consider the steps by which domestic races have been produced, either from one or from several allied species. Some effect may be attributed to the direct and definite action of the external conditions of life, and some to habit; but he would be a bold man who would account by such agencies for the differences between a dray and race-horse, a greyhound and bloodhound, a carrier and tumbler pigeon. One of the most remarkable features in our domesticated races is that we see in them adaptation, not indeed to the animal’s or plant’s own good, but to man’s use or fancy. Some variations useful to him have probably arisen suddenly, or by one step; many botanists, for instance, believe that the fuller’s teasel, with its hooks, which can not be rivalled by any mechanical contrivance, is only a variety of the wild Dipsacus; and this amount of change may have suddenly arisen in a seedling. So it has probably been with the turnspit dog; and this is known to have been the case with the ancon sheep. But when we compare the dray-horse and race-horse, the dromedary and camel, the various breeds of sheep fitted either for cultivated land or mountain pasture, with the wool of one breed good for one purpose, and that of another breed for another purpose; when we compare the many breeds of dogs, each good for man in different ways; when we compare the game-cock, so pertinacious in battle, with other breeds so little quarrelsome, with » everlasting layers » which never desire to sit, and with the bantam so small and elegant; when we compare the host of agricultural, culinary, orchard, and flower-garden races of plants, most useful to man at different seasons and for different purposes, or so beautiful in his eyes, we must, I think, look further than to mere variability. We can not suppose that all the breeds were suddenly produced as perfect and as useful as we now see them; indeed, in many cases, we know that this has not been their history. The key is man’s power of accumulative selection: nature gives successive variations; man adds them up in certain directions useful to him. In this sense he may be said to have made for himself useful breeds.

 

Consideremos ahora brevemente los grados por que se han producido las razas domésticas, tanto partiendo de una como de varias especies afines. Alguna eficacia puede atribuirse a la acción directa y determinada de las condiciones externas de vida, y alguna a las costumbres; pero sería un temerario quien explicase por estos agentes las diferencias entre un caballo de carro y uno de carreras, un galgo y un bloodhund, una paloma mensajera inglesa y una volteadora de cara corta. Uno de los rasgos característicos de las razas domésticas es que vemos en ellas adaptaciones, no ciertamente para él propio bien del animal o planta, sino para el uso y capricho del hombre. Algunas variaciones útiles al hombre, probablemente, se han originado de repente o de un salto; muchos naturalistas, por ejemplo, creen que el cardo de cardar, con sus garfios, que no pueden ser igualados por ningún artificio mecánico, no es más que una variedad del Dipsacus silvestre, y este cambio puede haberse originado bruscamente en una plantita. Así ha ocurrido, probablemente, con el perro turnspit, y se sabe que así ha ocurrido en el caso de la oveja ancon. Pero si comparamos el caballo de carro y el de carreras, el dromedario y el camello, las diferentes castas de ovejas adecuadas tanto para tierras cultivadas como para pastos de montañas, con la lana en una casta, útil para un caso, y en la otra, útil para el otro; cuando comparamos las muchas razas de perros, cada una útil al hombre de diferente modo; cuando comparamos el gallo de pelea, tan pertinaz en la lucha, con otras castas tan poco pendencieras, con las «ponedoras perpetuas» -everlasting layers- que nunca quieren empollar, y con la bantam, tan pequeña y elegante; cuando comparamos la multitud de razas de plantas agrícolas, culinarias, de huerta y de jardín, utilísimas al hombre en las diferentes estaciones y para diferentes fines, o tan hermosas a sus ojos, tenemos, creo yo, que ver algo más que simple variabilidad. No podemos suponer que todas las castas se produjeron de repente tan perfectas y tan útiles como ahora las vemos; realmente, en muchos casos sabemos que no ha sido ésta su historia. La clave está en la facultad que tiene el hombre de selección acumulativa; la Naturaleza da variaciones sucesivas; el hombre las suma en cierta dirección útil para él. En este sentido puede decirse que ha hecho razas útiles para él.

Imagen de Paso Fino Horse directory.

 

Lectura aconsejada:

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2 comentarios

  1. En el artículo solo se habla del hombre, ¿y las mujeres? creo que actualmente esta limitación en el vocabulario debería evitarse y sustituir esa palabra «hombre» por «ser humano» que nos engloba a todos.

  2. Tiene usted razón, Ana. En el título y en el texto que yo he escrito he cambiado «hombre» por «Ser humano». En la traducción del texto de Darwin no lo he cambiado. Donde dice «man» he dejado «hombre».

    Gracias

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