En Biología la Historia es muy importante. He ahí una verdad ineludible que algunos, con razón, llamarían dogma por ser proposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una ciencia. Desde una de las primeras entradas de este blog hemos reconocido la importancia de la Historia en Biología.
En aquella ocasión, Toynbee nos describía comola Historia surge de la Mitología y venía a compararla con los cuentos de hadas diciendo que quedaría siempre sin trazar una linea neta separando lo real de la ficción. Lo que se enseña de la Historia (o de la Biología) en cada escuela vendría así a asentarse sobre el dogma, ya que, por definición, el dogma es base de lo que se enseña y, si bien es cierto que en algunos casos este dogma podría estar próximo a lo que considerariamos una verdad histórica consensuada, en otros puede que no. Por ejemplo, si hubiese relatos tendenciosos, no basados en documentación real sino en determinados intereses, entonces estos casos representarían aspectos particulares de la historia más próximos a los cuentos de hadas o a la ficción que a un relato objetivo de los hechos.
Pues bien, en esta entrada presentamos un caso en el que la historia podría haberse confundido completamente con la ficción, con un bonito cuento de hadas….y si no se lo creen sigan leyendo atentamente……
Érase una vez en Oxford un debate, que se nos ha venido ofreciendo como un debate fundamental entre la ciencia y la religion pero que bien pudo haber sido algo distinto,…..
El capítulo 2 del libro “Evolution as a Religión”, de Mary Midgley, se titula “Do science and religion compete?” Y comienza con la siguiente frase irónica de TH Huxley:
If a general council of the church Scientific had been held at that time, we should have been condemned by an overwhelming majority.
El primer apartado de dicho capítulo se titula “The Wilberforce legend” y en él indica su autora la posibilidad de que el punto de vista que habitualmente se tiene del debate entre Huxley y Wilberforce muestre una vision distorsionada del mismo. Según James Moore (The Post-Darwinian Controversies: A Study of the Protestant Struggle to Come to Terms with Darwin in Great Britain and America 1870-1900; Cambridge University Press, 1979), no habría sido un debate entre ciencia y religion sino que su contenido habría ido más bien por enmedio de ambas (cutting straight both).
Traduzco libremente del libro de Midgley:
Los oponentes más severos de Darwin eran parte del scientific establishment de la época y algunos, como Charles Kingsley y HG Baden eran sacerdotes, como muchos de los científicos que habían establecido la edad de la tierra como algo lejano a la índicada en los textos bíblicos. Pero más interesante todavía es que lo único que pensabamos conocer correctamente, la famosa confrontación entre Thomas Henry Huxley, actuando como el bull-dog de Darwin, y el Obispo Wilberforce en 1860, es algo que desconocemos por completo. Los relatos contemporaneous no soportan muy bien la version que se nos enseñó. Resulta que Wilberforce no se limitaba a vocear apelando al sentimiento irracional, sino que dejo claros argumentos críticos pertinentes y llenos de fuerza, vistos como tales por el propio Darwin. (Darwin comenzó experimentos para responderle.)
Después de todo, Wilberforce no estaba presente sólo como Obispo, sino también como científico, vice-presidente de la Academia Británica, con una Buena experiencia en ornitología y portavoz de Sir Richard Owen, el mayor anatomista de sus tiempos. En su revision de “El Origen” había escrito:
Somos pupilos demasiado leales de la Filosofía inductiva como para volver a empezar a partir de cualquier conclusion por su extrañeza….No tenemos simpatía con aquellos que objetan a cualesquiera hechos o hechos alegados de la Naturaleza, o a cualquier inferencia deducida lógicamente de ellos, porque creen que contradicen lo que les parece que les ha sido enseñado por Revelación.
Y, Midgley continua hablando de Wilberforce:
Escasamente podría haber mencionado estos principios en Oxford sin atraer comentarios. Lo que finalmente dijese para enfadar a Huxley probablemente no lo conoceremos. Ni su aseveración ni la respuesta de Huxley fue suficientementedestacada para ser registrada. El hombre que permaneció como el que había respondido a Wilberforcefue el botánico Joseph Hooker, pero sus repuestas fueron, por supuesto, limitadas al hecho de quela teoría de Darwin en aquel tiempo necesitaba mucha más evidencia y pensamiento básico antes de que pudiese ser defendida en contra de los científicos críticos.
No se necesitaba deshonestidad por parte de Huxley y sus amigos para generar la última version. Creció a posteriori a partir de los víctores. Simplemente se olvidaron de lo que Wilberforce dijese. Sus objeciones científicas, que eran serias y necesarias en su tiempo, se olvidaron una vez respondidas.
Todo esto dice Midgley en su libro y hasta aquí he traducido yo libremente.
Y ahora me permito preguntar: Y…..¿Si no sabemos lo que dijo Wilberforce, entonces, doctora Midgley, por qué sabemos que sus preguntas y objeciones quedaron respondidas?.
No se conservan textos originales y completos del debate entre el Obispo Wilbelforce y Thomas Huxley. Sin embargo, en internet por ejemplo, abunda lainformación relacionada con el debate: Conjeturas, especulaciones, debates a posteriori montados sobre suposiciones…….Llama la atención que en buena parte de los documentos encontrados lo que aparece rápidamente es un apelativo ofensivo al Obispo Wilberforce: “Soapy Sam”. Encontrarse con este apodo cuando se busca información acerca del debate es mucho más fácil que encontrar ninguna documentación, lo cual indica que las versiones que circulan del debate son manipulaciones del mismo.
Si se tiene en cuenta que dicho debate ha pasado por ser uno de los hitos en la reciente historia de la ciencia y referencia básica para comprender las relaciones entre ciencia y religion y, sobre todo, si se tiene en cuenta que dicho debate tuvo lugar en el pais que en aquellos momentos atesoraba las riquezas del Mundo con el pretexto de conservarlas para la posteridad, uno tiene la impresion de que la historia que nos cuentan, esta vez sí que tiene que ver poco con la realidad de una época y su botella contiene el aire de una ficción.
¿Hemos mitificado un debate cuyo contenido desconocíamos?. Si es así, puede que en el camino se haya perdido algo importante. Lo que hemos mitificado esta vez no es algo remoto, sino algo ocurrido hace ciento cincuenta años en el centro, y podríamos de paso decir en el origen, de la civilización actual. Según cuenta Mary Midgley, no se trataría en absoluto de una disputa entre un sacerdote imbuido en sus creencias y un científico. Wilberforce era, él mismo un científico y Huxley, por muy científico que fuese, debía también tener sus creencias. Aunque solo fuese su fé reconocida en el agnosticismo y el positivismo.
Darwin, Galton, Huxley y otros buenos amigos de un sector todavía no muy bien analizado de la ciencia fueron felices y comieron perdices y al malvado soapy Sam no le dieron porque no quisieron. Y colorín colorado, este post se ha acabado……………
Bibliografía
Midgley, M. Evolution as a Religión. Routledge classics. 2002.New York.Existe una edición anterior de Methuen &Co. Ltd. London. 1985.