Divulgación científica: La basura como fundamento ontológico
El artículo recientemente aparecido en el Pais (miércoles 10 de Septiembre) que muestro arriba y comento hoy tampoco sigue los consejos indicados. Su autor no siguió el tercer consejo, puesto que echó las campanas al vuelo en los titulares; ni el segundo, puesto que dio una importancia muy secundaria a la publicación de que trata, de tal manera que hace dudar de que la haya entendido.
La noticia aparece atribuida a la editorial. Por único firmante aparece el nombre del diario (El Pais, Madrid). Es lamentable que en uno de los diarios españoles de mayor tirada y que además cuenta con una reputada escuela de periodismo asociada a la Universidad Autónoma de Madrid, las noticias de divulgación científica no vayan firmadas por profesionales, que serían así responsables de su contenido. Pero además, en esta noticia hay errores mayores que paso a comentar y que sugieren nuevos consejos.
En primer lugar, comienza de manera estrafalaria utilizando un lenguaje basto:
Una gran parte del genoma (en torno a un 95 % en el humano) se llama ADN basura porque no contiene instrucciones como los genes.
“Basura” es aquí una mala traducción de junk (trastos o chatarra antes que basura). Su empleo es rancio e inadecuado. Hace ya muchos años que se viene criticando, con mucha razón su uso: tanto junk como chatarra o basura son términos inapropiados para referirnos a fragmentos de ADN cuyo origen y función, en buena medida, desconocemos. (Así lo reconoce el propio artículo cuando dice: desde hace años se sabe que hay secuencias de ese mal llamado ADN basura que desempeñan un papel clave como reguladores de los genes). Es decir, el artículo utiliza consciente y voluntariamente en su título y en su introducción una terminología inadecuada para captar la atención del lector ( y,….¡ ojalá que sea esa la única intención!…..).
A continuación describe, muy brevemente, el gen HACNS1, implicado en la formación de las manos y de los pies y que, afirma, evolucionó muy rápido en humanos. Cambios en HACNS1 pueden haber contribuido a peculiaridades en el desarrollo de pies y manos en humanos. No explica muy bien en qué consistirían estos cambios ni tampoco los experimentos con ratones en los que la introducción del gen HACNS1 humano parece tener algún efecto distinto de la introducción del gen homólogo de otros primates. En fin, como en tantas ocasiones nos quedamos con las ganas de conocer el fondo de la noticia, pero lo que permanece es el titular: la mano humana se formó con un poco de basura. Curiosamente en el mismo ejemplar del diario, grandes titulares anuncian: Arranca la búsqueda de la “partícula Dios”.
La creencia lleva también a escribir estos titulares. La fe, no en Dios, sino en haberlo eliminado de su antiguo lugar en el origen de las estructuras vivas, que ahora habría quedado libre y podría, por tanto, ser ocupado por aquello que más nos plazca. La fe en la basura, una forma moderna de la ya rancia y persistente creencia en la nada. Pero como toda fe, ésta carece también de toda base científica. No por nada, sino por estar ella misma en la base de la ciencia.
Envío hoy otros tres consejos a los editores de divulgación científica:
1. Procuren siempre que las noticias vayan firmadas por un autor, así sabremos a quien echar la culpa de su contenido.
2. Procuren, autores y editores hacer un hueco importante y colocar entre sus prioridades la búsqueda de la objetividad. NO pongan de manifiesto sus creencias allá donde no sea necesario.
3. Concéntrense, piensen en el contenido de su noticia y pónganle un título adecuado.
Manual para detectar la impostura científica: Examen del libro de Darwin por Flourens. Digital CSIC, 2013. 225 páginas.