Trece párrafos dedicados a las especies dudosas comienzan con una advertencia en el sexagésimo segundo párrafo de El Origen de las Especies
Sin mención ni definición alguna de las categorías taxonómicas, otra que la pobres definiciones dadas de Especie y Variedad; olvidándose por completo de las categorías tan importantes de Género, Familia, Orden y Clase, continúa nuestro autor su capítulo dedicado a la variación en la naturaleza y aborda ahora cuestión tan espinosa como la de las especies dudosas, a la que dedicará trece párrafos, llevándonos casi al final del capítulo.
¿Qué pretende el autor al escribir un capítulo sobre variación en la naturaleza centrado en las excepciones y no en las reglas?
Lo que pretende es muy sencillo: Restar importancia al concepto de especie.
A tal fin emplea dos estrategias.
La primera, propia del capítulo primero (variación en estado doméstico), consiste en hacer ver que las diferencias entre variedades son del mismo tipo que las diferencias entre especies. Ya vimos cómo después de muchos párrafos, el autor debía reconocer el fracaso de su argumento, indicando que todas las variedades de paloma pertenecen a la misma especie. Ahora, en este capítulo segundo el autor cambia de estrategia y muestra su empeño por demostrar que en la naturaleza hay una variación continua. A tal efecto, se extiende ampliamente en la descripción de casos dudosos que pueden ser considerados como especies o variedades, antes de proceder a un meticuloso recuento que el autor promete no hacer. Bien puede dedicar el autor trece, trece mil párrafos, o los que quisiera a la descripción de casos dudosos. También podrían dedicarse otros trece, o trece mil o todavía más a la descripción meticulosa de casos en los que, sin lugar a dudas, una especie está bien definida, por la labor eficaz de la taxonomía, fundamento secular de la Historia Natural, y de la biología. No es vana la tarea de los botánicos: Adanson, Banks, Lamarck, Linneo, Jussieu, . ….Al contrario, sirve para reducir las dificultades que el autor describe ahora como un hallazgo digno de mención.
Nos advierte de la dificultad del tema:
But cases of great difficulty, which I will not here enumerate, sometimes arise in deciding whether or not to rank one form as a variety of another,…….
Pero a veces surgen casos de gran dificultad, que yo no enumeraré aquí, al decidir si hay que clasificar o no una forma como variedad de otra,
Y deja abierta la puerta de la conjetura:
and here a wide door for the entry of doubt and conjecture is opened.
y aquí queda abierta una amplia puerta para dar entrada a todo tipo de dudas y conjeturas.
La duda planteada en el párrafo sexagésimo, no se ha resuelto ni en éste ni en los que siguen. Para tratar sobre El Origen de las Especies no se pueden dedicar cuarenta y siete párrafos a la variación en estado doméstico y veintiocho a la variación en la naturaleza. Sería necesario más espacio para condensar todos los conocimientos y resultados de la taxonomía, y no resulta equilibrado dedicar de los veintiocho párrafos de variación en la naturaleza, unos cuantos a divagaciones varias y trece a especies dudosas. En conclusión, es evidente que el contenido de la obra se encuentra sesgado. El autor se está poniendo en evidencia cuando dice que las formas dudosas son las que más le interesan:
Las formas que poseen en grado algo considerable el carácter de especie, pero que son tan semejantes a otras formas, o que están tan estrechamente unidas a ellas por gradaciones intermedias, que los naturalistas no quieren clasificarlas como especies distintas, son, por varios conceptos, las más importantes para nosotros.
¿Por qué? Pues sencillamente porque lo que quiere es, lo veíamos arriba, restar importancia al concepto de especie. A tal fin presenta una visión parcial más propia de una ideología que de un tratado científico.
¿Nos encontramos ante un tratado científico o ante la exposición de una ideología?, ¿Alguien puede por favor ayudarnos en esta disyuntiva? ¿Tal vez la resolveremos en la obra de algún lingüista o semiólogo? Pronto lo veremos…..
62.
The forms which possess in some considerable degree the character of species, but which are so closely similar to other forms, or are so closely linked to them by intermediate gradations, that naturalists do not like to rank them as distinct species, are in several respects the most important for us. We have every reason to believe that many of these doubtful and closely allied forms have permanently retained their characters for a long time; for as long, as far as we know, as have good and true species. Practically, when a naturalist can unite by means of intermediate links any two forms, he treats the one as a variety of the other, ranking the most common, but sometimes the one first described as the species, and the other as the variety. But cases of great difficulty, which I will not here enumerate, sometimes arise in deciding whether or not to rank one form as a variety of another, even when they are closely connected by intermediate links; nor will the commonly assumed hybrid nature of the intermediate forms always remove the difficulty. In very many cases, however, one form is ranked as a variety of another, not because the intermediate links have actually been found, but because analogy leads the observer to suppose either that they do now somewhere exist, or may formerly have existed; and here a wide door for the entry of doubt and conjecture is opened.
Las formas que poseen en grado algo considerable el carácter de especie, pero que son tan semejantes a otras formas, o que están tan estrechamente unidas a ellas por gradaciones intermedias, que los naturalistas no quieren clasificarlas como especies distintas, son, por varios conceptos, las más importantes para nosotros. Tenemos todo fundamento para creer que muchas de estas formas dudosas y muy afines han conservado fijos sus caracteres durante largo tiempo, tan largo, hasta donde nosotros podemos saberlo, como las buenas y verdaderas especies. Prácticamente, cuando el naturalista puede unir mediante formas intermedias dos formas cualesquiera, considera la una como variedad de la otra, clasificando la más común -o a veces la descrita primero- como especie, y la otra como variedad. Pero a veces surgen casos de gran dificultad, que yo no enumeraré aquí, al decidir si hay que clasificar o no una forma como variedad de otra, aun cuando estén estrechamente unidas por formas intermedias; y tampoco suprimirá siempre la dificultad la naturaleza híbrida -comúnmente admitida- de las formas intermedias. En muchísimos casos, sin embargo, se clasifica una forma como variedad de otra, no porque se hayan encontrado realmente los eslabones intermedios, sino porque la analogía lleva al observador a suponer que éstos existen actualmente en alguna parte o pueden haber existido antes, y aquí queda abierta una amplia puerta para dar entrada a las conjeturas y a la duda.