La variación en la naturaleza: La ciencia de la taxonomía y el concepto de Especie según Manuel Martínez de la Escalera

 

 

Pronto terminaremos la lectura del segundo capítulo de OSMNS titulado “La Variación en la Naturaleza”. Ya hemos leido veintiuno de sus veintiocho párrafos  y en ellos hemos encontrado algunas cosas inesperadas mientras que faltan otras que pensábamos encontrar bajo tal título.  Entre las primeras abundan contradicciones, errores y falacias (perogrulladas).  Entre las ausencias, se echa de menos la descripción de las categorías taxonómicas mostrando el escaso interés del autor por la ciencia de la taxonomía.

 

Observar la variación en la naturaleza es observar  un orden.  El término especie no significa, como dice el autor en este segundo capítulo, unas simples palabras dadas arbitrariamente, por razón de conveniencia, a un grupo de individuos muy semejantes y que no difiere esencialmente de la variedad :

 

…….the term species as one arbitrarily given, for the sake of convenience, to a set of individuals closely resembling each other, and that it does not essentially differ from the term variety,….

 

No. Las especies no son lo mismo que las variedades. Además de las especies otras categorías taxonómicas importantes son los géneros, las familias, los órdenes y las clases, por no hablar de los Reinos, que el autor   ni siquiera ha mencionado en su capítulo dedicado a la variación en la naturaleza.  Le guste o no al autor, en la naturaleza hay un Orden,  dentro del cual,  las especies ocupan un lugar muy importante.

 

El libro titulado “Al encuentro del Naturalista. Manuel Martínez de la Escalera (1867-1849)” ha sido coordinado por las investigadoras del Museo Nacional de Ciencias Naturales Carolina Martín Albaladejo e Isabel Izquierdo Moya y  publicado recientemente en la colección Monografías del CSIC.  Su capítulo doce, titulado “Reflexiones sobre la labor científica de M. Martínez de la Escalera” está firmado por José L. Ruiz y Mario García-París y pone de manifiesto la relevancia (magnitud y diversidad) de la obra del naturalista. Dicen los autores en la presentación del capítulo:

 

..publicó trabajos taxonómicos de 21 familias distintas de coleópteros, en los que describió 862 nuevos taxones para la ciencia, a la par que estudios faunísticos de gran calado, entre los que destaca sobremanera la fauna de coleópteros de Marruecos (Martínez de la Escalera, 1914)…

 

Y un poco más adelante:

Es realmente destacable el modo en el que Martínez de la Escalera utilizaba los criterios taxonómicos y, sobre todo, su percepción de los conceptos evolutivos subyacentes, una percepción realmente avanzada para su época que debería haber transcendido con mucha más fuerza de la que lo hizo

 

Veremos a continuación algunos ejemplos que los autores presentan en su capítulo extraídos de la obra del naturalista, pero no podemos pasar por alto que este párrafo contiene una pregunta  que espera respuesta.

¿Por qué un modo tan notable de utilizar los conceptos taxonómicos, basado en ideas evolutivas, permanece en el olvido? Quizás, podríamos ya adelantar una respuesta aventurada al estilo de: …..porque lo que interesa es que la tradición de ignorar los conceptos taxonómicos comenzada por Charles Darwin en su obra OSMNS continúe. Pero,…….no obremos precipitadamente.  La lectura del capítulo de José L. Ruiz y Mario García-París puede ayudarnos a responder la pregunta con más detenimiento y reflexión.

 

La lectura da pistas, claves que ayudan a elaborar respuestas metódicas a preguntas tan importantes. En ella encontramos un largo apartado dedicado precisamente al concepto de especie y la percepción evolutiva. A continuación,  un apartado algo más breve con el título “El principio de autoridad: Una visión premonitoria”. Para terminar,  un apartado breve dedicado a “El trabajo de Campo, pilar básico en la forja de un entomólogo”.

 

Vamos a destacar algunos contenidos de capítulo tan central en este nuevo e interesante libro que,  como indican los autores,  se ocupa de la investigación de Escalera sobre la familia Meloidae, integrada en la superfamilia Tenebrionoidea del Orden Coleópteros.

 

En el apartado titulado El concepto de especie y la percepción evolutiva leemos:

 

A lo largo de sus trabajos taxonómicos, M. Martínez de la Escalera utiliza un concepto de especie (y subespecie) extraordinariamente avanzado e inusual para su tiempo, en el que introduce implícita o explícitamente, elementos de lo que hoy vienen en denominarse “concepto evolutivo”, “concepto filogenético” e incluso “concepto biológico” de especie………., en los cuales los factores histórico y espacial o geográfico son determinantes. Este hecho, que a nuestro entender marca su obra, cobra verdadera dimensión en la época en la que desarrolló su trabajo, sobre todo en el primer cuarto del siglo XX, cuando en entomología era imperante y generalizada la concepción tipológica de especie…..

A modo de ejemplos del proceder del naturalista los autores destacan algunos párrafos de su obra. Así los siguientes:

 

“Respondiendo á estas condiciones de vida, la fauna cavernícola, dentro de la uniformidad de tipo en el grupo Bathyscia, presenta gran número de especificaciones acomodadas á hábitat diferente, y en grado tan variado que cada gruta ó núcleo de ellas tiene una ó varias formas exclusivamente suyas; fenómeno en un todo semejante al que presentan las faunas insulares y alpinas y tan fácilmente explicable.”

“En las especies del género Bathyscia  no hay variedades. Por sus condiciones especialísimas de vida; encerradas en una gruta ó grupo de ellas, imposibilitadas de dispersión geográfica actual, sometidos á medios uniformes y constantes sus individuos, privados de cruzamientos por la imposibilidad de nacimiento de razas (pues una especie determinada no puede en igualdad de condiciones variar de modos diferentes, sino uniforme y conjuntamente en generaciones sucesivas), las especies del género Batllyscia no tienen a su lado variedades actuales.”

 

Las dos últimas citas de Martínez de la Escalera, M. Examen del grupo Bathysciae de España. Ann Soc Esp Hist Nat, XXVIII. 1899.

 

Y también:

 

“Sabemos que en todo grupo de especies afines, ya entre las muy próximas, ó bien entre otras más alejadas, se nota dentro de la variabilidad de cada especie producida por el medio y agentes exteriores a que está sometida una causa más antigua que acciona sobre todas ellas simultáneamente, la ley de herencia que tiende á retrotraer la especie al tipo primitivo de origen. Pero este tipo es imposible de determinar si es que coexiste con las especies actuales ó desapareció en fecha más ó menos remota; también es imposible, por el momento, afirmar qué formas actuales son las más próximas á dicho ascendiente común, puesto que aunque dentro de un grupo natural haya ciertas especies muy afines que dejen pocos espacios entre si ó aún parezcan fundirse en un núcleo compacto en el que sea difícil separar las especies, no quiere decir ello que el ascendiente común de este núcleo, bien representado hoy, fuera en tiempos el que mejor conservara el tipo ancestral de todas las especies del género; antes, por el contrario, esta abundancia y divergencia de formas de él derivadas parece indicar que dicho ascendiente próximo común habíase distanciado hacía tiempo del ancestral de todas las especies que hoy incluimos en el género, pues que de no ser así, habría mayor proximidad entre ese núcleo de especies similares y las otras especies más alejadas que coexisten con él.”

 

En relación con el concepto de especie, los autores recuerdan las siguientes citas del naturalista :

 

“Viniendo á la especie, he considerado á ésta como el estado presente de una forma animal que ya concreta y fija de momento ó ya con una gran variabilidad y siempre en área geográfica bien limitada presenta en sus individuos una tal suma de caracteres idénticos que impiden su división en otros grupos secundarios.”

 

Las dos últimas citas tomadas de Martínez de la Escalera, M. Sistema de las especies ibéricas del gen. Asida)) Latr. Bol. Soc Esp Hist Nat 5: 377-402.

 

Y, también en relación con el concepto de especie:

 

“Nada hay más falso, á mi juicio, que el afirmar que una especie es válida solamente cuando no existen puntos de enlace con otras, considerándola, cual á un hito en medio de un campo, aislada; corno si nadie pudiera afirmar que la falta de transiciones es debida á imperfecto conocimiento de la fauna viva ó á extinción próxima ó remota de dichos intermediarios.”

“¿Qué mejor argumento para hacer dos subgéneros puede aducirse que esta imposibilidad de habitar las especies de uno de ellos, el área de las del otro, aún desaparecidas, después de millares de años, las causas que desviaron dichas adaptaciones de un antecesor, que tampoco puede negarse fue el mismo otros millares de años antes?”

 

Ambas citas tomadas de Martínez de la Escalera, M. Sistema de las especies ibéricas del gen. Asida Latr. Bol. Soc Esp Hist Nat 5: 430-450.

 

Otra cita importante se refiere, indican José L. Ruiz y Mario García-París en su artículo, a las subespecies o variedades geográficas y la influencia de agentes externos en la génesis de dichas variedades:

 

“Estas variedades geográficas, ó mejor subespecies, tienen un muy distinto valor que ciertas formas que en la evolución de una especie coexisten con el tipo en la misma área geográfica y representan tan sólo diferentes tendencias de ella y no la influencia de agentes externos, actuando sobre una especie en distintos medios de vida como ocurre en el primer caso.”

Martínez de la Escalera, M. Sistema de las especies ibéricas del gen. Asida)) Latr. Bol. Soc Esp Hist Nat 5: 377-402.

 

Llama la atención en el artículo el texto que sigue:

 

Como la mayoría de sus colegas, Martínez de la Escalera utilizaba unos pocos caracteres morfológicos considerados de importancia taxonómica como base para la descripción de taxones nuevos (variables según el tipo de coleópteros tratado).

Pero en sus trabajos, el valor de estos rasgos no es absoluto, sino que depende del contexto geográfico y de la cantidad de material disponible, siendo esta última circunstancia de especial importancia, pues nuestro autor prestaba gran atención a la variabilidad interespecífica y a la constancia o fijación en las poblaciones de determinados rasgos a la hora de nominar nuevos taxones. Aunque esta praxis aparentemente arbitraria produjo cierta discusión por parte de algunos entomólogos coetáneos, un examen de las diversas atribuciones revela que la arbitrariedad, al menos en el caso de las descripciones de taxones de la familia Meloidae, se encuadra en un esquema preciso que sólo falla cuando el número de ejemplares es limitado.

 

Y, a continuación,  los autores dan ejemplos de este método utilizado por el naturalista, de quien dicen:

 

Sin lugar a dudas, Martínez de la Escalera fue un evolucionista convencido. Su visión evolutiva del mundo vivo impregnó buena parte de su obra y, por ende, del quehacer taxonómico y sistemático en ella plasmado. Conforme a esa línea de pensamiento, en relación a los grupos que estudió en mayor profundidad, persiguió un objetivo primordial: generar clasificaciones naturales, basadas en las relaciones de afinidad y parentesco, tratando en la medida de lo posible de desvelar la historia evolutiva de los taxones implicados, para lo cual utiliza la información paleogeográfica disponible. En esencia, pretende establecer la posible filogenia de estos grupos, a lo que llamó “genealogía” según sus analogías naturales, enraizada en un ancestro común (………………; si bien en 1925 utilizó el término “filogenético” para titular un trabajo que no llegó a publicar,…..), aunque, evidentemente sin el concurso de metodología cladista, no desarrollada hasta varias décadas más tarde.

 

Para terminar destacaré un par de párrafos de la sección titulada “El principio de autoridad: Una visión premonitoria”. Dicen los autores:

 

Otro aspecto especialmente significativo del trabajo de Martínez de la Escalera, a nuestro parecer, es su rechazo implícito al principio de autoridad. Quizás cansado de las críticas de otros entomólogos, Martínez de la Escalera (1944) escribe:

 

“Y del libro estrictamente científico, documentado, quizá por exceso de datos y colecciones disponibles y espíritu- de generalización, también cabe desconfiar; puesto que lleva a los unos a considerar una forma nueva como mera subespecie, variedad o raza local de alguna especie de área más extensa; y a los otros, a estimarla de mayor categoría creando para ella un subgénero, que hará la desesperación del bando opuesto, dando lugar a discusiones bizantinas entre naturalistas del xix y del xx, en que he tomado parte alguna vez.”

Cita que va acompañada de unos comentarios  sobre el principio de autoridad, de tal modo que, después de leer el capítulo podríamos volver a plantearnos la cuestión dejada en el aire al principio y que era la siguiente:

 

¿Por qué un modo tan notable de utilizar los conceptos taxonómicos, basado en ideas evolutivas, permanece en el olvido?

 

Podríamos ahora elaborar una respuesta más razonada o concienzuda, pero no sería muy diferente de aquella que precipitadamente dejábamos caer antes:

 

Porque lo que interesa es que la tradición de ignorar los conceptos taxonómicos comenzada por Charles Darwin en su obra OSMNS continúe.

 

 

El capítulo de José L. Ruiz y Mario García-París, de recomendada lectura, hace el número doce en  posición central de un libro del que seguiremos ocupándonos en otra ocasión.  Su lectura plantea importantes cuestiones pendientes que puede ayudar a responder.  La primera no es otra que la que concierne a la importancia de la taxonomía y que podría asimismo expresarse de esta otra manera: ¿Acertó Martínez de la Escalera dedicando tanto tiempo y esfuerzo  a la taxonomía? algunos pensamos que sí, que acertó plenamente.

 

El artículo comentado se titula Reflexiones sobre la labor científica de M. Martínez de la Escalera. Sus autores son José L. Ruiz y Mario García Paris y es el capítulo 12 en el libro titulado «Al encuentro del naturalista Manuel Martínez de la Escalera (1867-1949)», editado por Carolina Martín Albaladejo e Isabel Izquierdo Moya y publicado en la Colección Monografías del Museo Nacional de Ciencias Naturales. CSIC. Madrid. 2011. Imagen: Speonemadus escalerai, una especie cavernícola. Ejemplar de la colección del MNCN. Fotografía obtenida del CD que acompaña al libro mencionado.

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