La naturaleza no es una granja: Vuelve el autor a comentar el trabajo de los mejoradores y uno de sus más firmes principios en el párrafo centésimo sexagésimo de El Origen de las Especies
El contenido de este párrafo pertenece enteramente al capítulo primero. Nada semejante a lo que ocurre en una granja tiene lugar en la naturaleza. Además, en las granjas no se producen nuevas especies.
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As has always been my practice, I have sought light on this head from our domestic productions. We shall here find something analogous. It will be admitted that the production of races so different as short-horn and Hereford cattle, race and cart horses, the several breeds of pigeons, etc., could never have been effected by the mere chance accumulation of similar variations during many successive generations. In practice, a fancier is, for instance, struck by a pigeon having a slightly shorter beak; another fancier is struck by a pigeon having a rather longer beak; and on the acknowledged principle that «fanciers do not and will not admire a medium standard, but like extremes,» they both go on (as has actually occurred with the sub-breeds of the tumbler-pigeon) choosing and breeding from birds with longer and longer beaks, or with shorter and shorter beaks. Again, we may suppose that at an early period of history, the men of one nation or district required swifter horses, while those of another required stronger and bulkier horses. The early differences would be very slight; but, in the course of time, from the continued selection of swifter horses in the one case, and of stronger ones in the other, the differences would become greater, and would be noted as forming two sub-breeds. Ultimately after the lapse of centuries, these sub-breeds would become converted into two well-established and distinct breeds. As the differences became greater, the inferior animals with intermediate characters, being neither very swift nor very strong, would not have been used for breeding, and will thus have tended to disappear. Here, then, we see in man’s productions the action of what may be called the principle of divergence, causing differences, at first barely appreciable, steadily to increase, and the breeds to diverge in character, both from each other and from their common parent.
Siguiendo mi costumbre, he buscado alguna luz sobre este particular en las producciones domésticas. Encontraremos en ellas algo análogo. Se admitirá que la producción de razas tan diferentes como el ganado vacuno short-horn y el de Hereford, los caballos de carrera y de tiro, las diferentes razas de palomas, etc., no pudo efectuarse en modo alguno por la simple acumulación casual de variaciones semejantes durante muchas generaciones sucesivas. En la práctica llama la atención de un cultivador una paloma con el pico ligeramente más corto; a otro criador llama la atención una paloma con el pico un poco más largo, y -según el principio conocido de que «los criadores no admiran ni admirarán un tipo medio, sino que les gustan los extremos»- ambos continuarán, como positivamente ha ocurrido con las sub-razas de la paloma volteadora, escogiendo y sacando crías de los individuos con pico cada vez más largo y con pico cada vez más corto. Más aún: podemos suponer que, en un período remoto de la historia, los hombres de una nación o país necesitaron los caballos más veloces, mientras que los de otro necesitaron caballos más fuertes y corpulentos. Las primeras diferencias serían pequeñísimas; pero en el transcurso del tiempo, por la selección continuada de caballos más veloces en un caso, y más fuertes en otro, las diferencias se harían mayores y se distinguirían como formando dos sub-razas. Por último, después de siglos, estas dos sub-razas llegarían a convertirse en dos razas distintas y bien establecidas. Al hacerse mayor la diferencia, los individuos inferiores con caracteres intermedios, que no fuesen ni muy veloces ni muy corpulentos, no se utilizarían para la cría y, de este modo, han tendido a desaparecer. Vemos, pues, en las producciones del hombre la acción de lo que puede llamarse el principio de divergencia, produciendo diferencias, primero apenas apreciables, que aumentan continuamente, y que las razas se separan, por sus caracteres, unas de otras y también del tronco común.