Jamás encontramos traspuestos, por ejemplo, los huesos del brazo y antebrazo, o los del muslo y la pierna; en el párrafo septingentésimo cuadragésimo de El Origen de las Especies
¡Qué increible manera de explicar las observaciones de Geoffroy St. Hilaire! De repente, así como quien no quiere la cosa el autor nos ha introducido en el mundo de la morfología y acto seguido nos presenta las observaciones de Geoffroy St. Hilaire como un relámpago. Sin introducción previa alguna. Sin explicación alguna. Sin referencia a la obra de Lamarck ni de Cuvier. Evidentemente, tales referencias servirían de contraste mostrando lo que es ciencia y lo que no lo es, algo…