Cajal muestra sus preparaciones en Berlin

 

Veíamos que Cajal había acudido al Congreso de la Sociedad Alemana de Anatomía en 1889 en Berlín. En el curso de este congreso pudo mostrar sus preparaciones entre los congresistas. Así lo relata él mismo:

 

Excusado es decir que mis colegas del Congreso anatómico me dispensaron acogida cortés. Había en ella algo de sorpresa y de curiosidad expectante.

Les chocaba, sin duda, encontrar un español aficionado a la ciencia y espontáneamente entregado a las andanzas de la investigación. Acabadas las lecciones orales, a que consagré, a causa de mi impaciencia, poca atención, vinieron las demostraciones. Desde muy temprano me instalé en la sala laboratorio ad hoc, donde en largas mesas y enfrente de amplios ventanales, brillaban numerosos microscopios. Desembalé mis preparaciones; requerí dos o tres instrumentos amplificantes, además de mi excelente modelo Zeiss, traído por precaución; enfoqué los cortes más expresivos concernientes a la estructura del cerebelo, retina y médula espinal, y, en fin, comencé a explicar, en mal francés, ante los curiosos, el contenido de mis preparaciones. Algunos histólogos me rodearon; pocos, porque, según ocurre en tales certámenes, cada congresista atiende a lo suyo: después de todo, natural es que se prefiera enseñar lo propio a examinar lo ajeno.

 

Entre ellos, los hubo que mostraron un interés particular:

Entre los que más interés mostraron por mis demostraciones, debo citar a His, Schwalbe, Retzius, Waldeyer, y singularmente a Kölliker. Según era de presumir, estos sabios, entonces celebridades mundiales, iniciaron su examen con más escepticismo que curiosidad. Sin duda esperaban un fiasco. Mas cuando hubieron desfilado ante sus ojos, en cortejo de imágenes clarísimas e irreprochables, el axón de los granos del cerebelo, las cestas pericelulates, las fibras musgosas y trepadoras, las bifurcaciones y ramas ascendente y descendente de las raíces sensitivas, las colaterales largas y cortas de los cordones de substancia blanca, las terminaciones de las fibras retinianas en el lóbulo óptico, etc., los ceños se desfruncieron. Al fin, desvanecida la prevención hacia el modesto anatómico español, las felicitaciones estallaron calurosas y sinceras. Me asediaban a preguntas acerca de las condiciones técnicas en cuya virtud semejantes preparados habían sido obtenidos. «Nosotros hemos ensayado reiteradamente —me decían— el método de Golgi y sólo hemos conseguido decepciones y fracasos.» Entonces les expuse, en un francés chabacano, menuda y pacientemente, todos los pequeños secretos de manipulación de la reacción cromo-argéntica; señalé las edades y condiciones de los embriones y animales más favorables al logro de buenos preparados, e indiqué las reglas prácticas encaminadas a aminorar en lo posible el carácter aleatorio del método, etc.

Pero entre todos, Cajal destaca la figura de uno en particular:

El más interesado de mis oyentes fue A. Kölliker, el venerable patriarca de la Histología alemana. Al final de la sesión, condújome en carruaje al lujoso hotel en que se alojaba; me convidó a comer; presentome después a los histólogos y embriólogos más notables de Alemania, y en fin, se desvivió por hacerme agradable la estancia en la capital prusiana.—Los resultados obtenidos por usted son tan bellos —me dijo—, que pienso emprender inmediatamente, ajustándome a la técnica de usted, una serie de trabajos de confirmación. Le he descubierto a usted, y deseo divulgar en Alemania mi descubrimiento.

 

¿Quién era Kölliker?

 

Imagen de Pintores y Pinturas

 

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