Un célebre instinto en algunas hormigas en el párrafo cuadrigentésimo vigésimo segundo de El Origen de las Especies

Al parecer fue Pierre Huber quien describió por primera vez un instinto que, hasta entonces,  se había observado a menudo como comportamiento habitual en el ser humano:  El de hacer esclavos a sus semejantes. Este hábito, comportamiento o instinto ha de resultarle muy familiar y estimado a un autor que proponga como teoría científica la selección natural, supervivencia del más apto, pues bien podremos considerar más apto a quien sea capaz de hacer más esclavos, como los señores que, en Rusia, según relata Nicolai Gogol en su novela Almas Muertas, medían su riqueza por el número de almas en su posesión. En efecto el párrafo termina de manera aclaradora:

 

Si no hubiésemos sabido de ninguna otra hormiga esclavista, habría sido desesperanzado el meditar acerca de cómo un instinto tan maravilloso pudo haber llegado a esta perfección.

 

Ahora nos ha aclarado ya qué es lo que entiende el autor por perfección, cuestión que había quedado pendiente dos párrafos atrás en el 420 cuando dijo que esas aves  que ponían huevos aquí y allá tenían su instinto imperfecto.

 

 

422

 

SLAVE-MAKING INSTINCT.

 

This remarkable instinct was first discovered in the Formica (Polyerges) rufescens by Pierre Huber, a better observer even than his celebrated father. This ant is absolutely dependent on its slaves; without their aid, the species would certainly become extinct in a single year. The males and fertile females do no work of any kind, and the workers or sterile females, though most energetic and courageous in capturing slaves, do no other work. They are incapable of making their own nests, or of feeding their own larvae. When the old nest is found inconvenient, and they have to migrate, it is the slaves which determine the migration, and actually carry their masters in their jaws. So utterly helpless are the masters, that when Huber shut up thirty of them without a slave, but with plenty of the food which they like best, and with their larvae and pupae to stimulate them to work, they did nothing; they could not even feed themselves, and many perished of hunger. Huber then introduced a single slave (F. fusca), and she instantly set to work, fed and saved the survivors; made some cells and tended the larvae, and put all to rights. What can be more extraordinary than these well-ascertained facts? If we had not known of any other slave-making ant, it would have been hopeless to speculate how so wonderful an instinct could have been perfected.

 

Este notable instinto fue descubierto por vez primera en la Formica (Polyerges) rufescens por Pierre Huber, observador mejor aún que su famoso padre. Esta hormiga depende en absoluto de sus esclavas: sin su ayuda la especie se extinguiría seguramente en un solo año. Los machos y las hembras fecundas no hacen trabajo de ninguna clase, y las obreras, o hembras estériles, aunque sumamente enérgicas y valerosas al apresar esclavas, no hacen ningún otro trabajo; son incapaces de construir sus propios nidos y de alimentar sus propias larvas. Cuando el nido viejo resulta incómodo y tienen que emigrar, son las esclavas las que determinan la emigración y llevan positivamente en sus mandíbulas a sus amas. Tan por completo incapaces de valerse son las amas, que, cuando Huber encerró treinta de ellas sin ninguna esclava, pero con abundancia de la comida que más les gusta, y con sus propias larvas y ninfas para estimularlas a trabajar, no hicieron nada; no pudieron ni siquiera alimentarse a sí mismas, y muchas murieron de hambre. Entonces introdujo Huber una sola esclava (F. fusca), y ésta inmediatamente se puso a trabajar, alimentó y salvó a las supervivientes, hizo algunas celdas y cuidó de las larvas, y lo puso todo en orden. ¿Qué puede haber más extraordinario que estos hechos certísimos? Si no hubiésemos sabido de ninguna otra hormiga esclavista, habría sido desesperanzado el meditar acerca de cómo un instinto tan maravilloso pudo haber llegado a esta perfección.  

 

 

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