Eugenio d’Ors, descubridor del idioma darwiniano o darvinés
Hace un par de meses el blog Humor Darwinista anunciaba el descubrimiento del idioma darvinés como lenguaje impuesto en la biología. Me pareció entonces que habíamos encontrado un filón para la lingüística y que faltaría sólo encontrar la piedra de roseta, la clave correspondiente que nos permitiría traducir tantos textos del darvinés a otros idiomas corrientes y viceversa, de los lenguajes nativos al darvinés.
Pero, ….la tarea no es tan sencilla. En parte porque no hay nada nuevo bajo el sol, ese gran mentiroso, y ahora resulta que el idioma darvinés o darviniano conocido ya hace tiempo, se había instalado ampliamente en diversos dominios. Su uso va mucho más allá de los límites de la Biología, y resulta que ya era el lenguaje impuesto en la Historia hace setenta años.
En uno de sus escritos fechado allá por los años treinta o cuarenta del último siglo del pasado milenio, Eugenio d’Ors descubría ya los trucos y la las complejidades del darvinés cuando decía:
Donde las ideas aparecen, el resultado suele ser todavía peor. Porque el historicismo, durante los años que nos preceden, tan se ha puesto a la escuela del prejuicio evolucionista, que la sombra de Darwin parece presidir la íntima devoción de cada una de estas compilaciones que, a escuela darwiniana se colocan, cuando no ocurre que, no poco a estilo de monsieur Jourdain, hablen en darviniano sin saberlo.
Esto se las conoce en su general relativismo, y más aparentemente aún y para empezar, en la gran preponderancia que se les ve conceder, desde las primeras páginas, no ya a lo prehistórico, sino a lo paleontológico, y hasta lo geológico, cuando no se llega a lo astronómico, con tendencia evidente a rebajar el color propiamente humano en la evocación del pasado del mundo. Así como en la hora de Copérnico y de Galileo la tierra pasó a ser , astronómicamente, un simple caso particular, en un sistema cosmológico más vasto, de concepción más “neutral” desde el punto de vista de los intereses humanistas o del orgullo humano, así, en otra paralela, el evolucionismo moderno tiende a sumir la civilización en la vida y ésta en la materia, con lo cual la historia humana, capitulillo insignificante por lo que dice a su duración en tiempo, viene a achicarse en importancia, ante las grandes cifras que representan cronológicamente el proceso de los mundos. No hay que insistir en lo que representan, como radicalismo evolucionista, las tres versiones de diversa envergadura dadas en su Esquema de la Historia por Herbert Wells. Pero tampoco hay por qué ocultar que principios análogos presiden sin duda a la Historia del Mundo, de José Pijoan, que el editor Salvat viene publicando en Barcelona.
No poco de lo bueno que contiene este notable esfuerzo queda inútil por culpa de ese desdichado espíritu que ha movido a abrir, por ejemplo, las ilustraciones del primer volumen, con grabados y láminas de plesiosauros, volcanes, bólidos y otras nebulosas
Bibliografía
Eugenio d’Ors. 1949. Nuevo Glosario. Vol III 1934-1943. Aguilar Madrid.
P 78