Algunas notas obvias de agricultura con un buen bocado en el Cuadragésimo séptimo párrafo de El Origen de las Especies
El autor describe el arte de la mejora genética vegetal y da algunos ejemplos en este párrafo. Donde dice:
Ha consistido en cultivar siempre la variedad más renombrada, sembrando sus semillas, y cuando por casualidad apareció una variedad ligeramente mejor, en seleccionar ésta, y así progresivamente.
Queda claro que la agricultura no se basa en la selección sino en el proceso de mejora que incluye selección, cruzamientos y reproducción. Si el carácter seleccionado no es heredable no hay mejora posible. Si el autor se hubiese dado cuenta de esto, habría visto que proponer una teoría basada en algo tan limitado como la pura selección, era simplemente proponer una “teoría descabellada” o sin fundamento.
In plants the same gradual process of improvement through the occasional preservation of the best individuals, whether or not sufficiently distinct to be ranked at their first appearance as distinct varieties, and whether or not two or more species or races have become blended together by crossing, may plainly be recognised in the increased size and beauty which we now see in the varieties of the heartsease, rose, pelargonium, dahlia, and other plants, when compared with the older varieties or with their parent-stocks. No one would ever expect to get a first-rate heartsease or dahlia from the seed of a wild plant. No one would expect to raise a first-rate melting pear from the seed of a wild pear, though he might succeed from a poor seedling growing wild, if it had come from a garden-stock. The pear, though cultivated in classical times, appears, from Pliny’s description, to have been a fruit of very inferior quality. I have seen great surprise expressed in horticultural works at the wonderful skill of gardeners in having produced such splendid results from such poor materials; but the art has been simple, and, as far as the final result is concerned, has been followed almost unconsciously. It has consisted in always cultivating the best known variety, sowing its seeds, and, when a slightly better variety chanced to appear, selecting it, and so onwards. But the gardeners of the classical period, who cultivated the best pears which they could procure, never thought what splendid fruit we should eat; though we owe our excellent fruit in some small degree to their having naturally chosen and preserved the best varieties they could anywhere find.
En las plantas, este mismo proceso gradual de perfeccionamiento, mediante la conservación accidental de los mejores individuos -sean o no lo bastante diferentes para ser clasificados por su primera apariencia como variedades distintas, y se hayan o no mezclado entre sí por cruzamiento dos o más especies o razas-, se puede claramente reconocer en el aumento de tamaño y belleza que vemos actualmente en las variedades pensamientos, rosas, geranios de jardín, dalias y otras plantas cuando las comparamos con las variedades antiguas o con sus troncos primitivos. Nadie esperaría siquiera obtener un pensamiento o dalia de primera calidad de una planta silvestre. Nadie esperaría obtener una pera de agua de primera calidad de la semilla de un peral silvestre, aun cuando lo podría conseguir de una pobre plantita, creciendo silvestre, si había provenido de un árbol de cultivo. La pera, aunque cultivada en la época clásica, por la descripción de Plinio, parece haber sido un fruto de calidad muy inferior. En las obras de horticultura he visto manifestada gran sorpresa por la prodigiosa habilidad de los horticultores al haber producido tan espléndidos resultados de materiales tan pobres; pero al arte ha sido sencillo, y, por lo que se refiere al resultado final, se ha seguido casi inconscientemente. Ha consistido en cultivar siempre la variedad más renombrada, sembrando sus semillas, y cuando por casualidad apareció una variedad ligeramente mejor, en seleccionar ésta, y así progresivamente. Pero los horticultores de la época clásica que cultivaron las mejores peras que pudieron procurarse, jamás pensaron en los espléndidos frutos que comeríamos nosotros, aun cuando, en algún pequeño grado, debemos nuestros excelentes frutos a haber ellos naturalmente escogido y conservado las mejores variedades que pudieron dondequiera encontrar.