Disparates en serie atendiendo las objeciones de Mr Watson en el párrafo centésimo nonagésimo segundo de El Origen de las Especies

 

Sigue el particular diálogo interior con Mr Watson que el autor había comenzado en el párrafo anterior. Llegados a este punto tan avanzado de un capítulo tan largo y obscuro, el autor dispone ya de una absoluta libertad que sólo puede tener como consecuencia la colección de disparates reunida en este párrafo, escasamente leído con afán crítico hasta la fecha. Me permito escribir a continuación una lista de algunos de los disparates que contiene éste jugoso párrafo. Primero en forma de lista:

 

1.

Por lo que se refiere a las condiciones puramente inorgánicas, parece probable que un número suficiente de especies se adaptaría pronto a todas las diferencias tan considerables de calor, humedad, etc

 

2.

 pero yo admito por completo que son más importantes las relaciones mutuas de los seres orgánicos, y, como el número de especies en cualquier país va aumentando, las condiciones orgánicas de vida tienen que irse haciendo cada vez más complicadas.

 

3.

 Por consiguiente, parece a primera vista que no hay límite para la diversificación ventajosa de estructura, ni, por tanto, para el número de especies que puedan producirse.

 

4.

 No sabemos que esté completamente poblado de formas específicas, ni aun el territorio más fecundo: en el Cabo de Buena Esperanza y en Australia, donde vive un número de especies tan asombroso, se han aclimatado muchas plantas europeas, y la Geología nos muestra que el número de especies de conchas, desde un tiempo muy antiguo del período terciario, y el número de mamíferos, desde la mitad del mismo período, no ha aumentado mucho, si es que ha aumentado algo.

 

5.

 La cantidad de vida -no me refiero al número de formas específicas- mantenida por un territorio dependiendo tanto como depende de las condiciones físicas ha de tener un límite, y, por consiguiente, si un territorio está habitado por muchísimas especies, todas o casi todas estarán representadas por pocos individuos y estas especies estarán expuestas a destrucción por las fluctuaciones accidentales que ocurran en la naturaleza de las estaciones o en el número de sus enemigos.

 

6.

Las especies raras -y toda especie llegará a ser rara si el número de especies de un país aumenta indefinidamente- presentarán, según el principio tantas veces explicado, dentro de un período dado, pocas variaciones favorables; en consecuencia, se retardaría de este modo el proceso de dar nacimiento a especies nuevas.

 

 

7.

Cuando cualquier especie se convierte en especie rara, los  cruzamientos cercanos contribuirán a exterminarla

 

8.

Alph. de Candolle ha demostrado que las especies que se propagan ampliamente generalmente tienden a propagarse muy ampliamente,

 

 

 

 

 

 

192.

Mr. Watson has also objected that the continued action of natural selection, together with divergence of character, would tend to make an indefinite number of specific forms. As far as mere inorganic conditions are concerned, it seems probable that a sufficient number of species would soon become adapted to all considerable diversities of heat, moisture, etc.; but I fully admit that the mutual relations of organic beings are more important; and as the number of species in any country goes on increasing, the organic conditions of life must become more and more complex. Consequently there seems at first no limit to the amount of profitable diversification of structure, and therefore no limit to the number of species which might be produced. We do not know that even the most prolific area is fully stocked with specific forms: at the Cape of Good Hope and in Australia, which support such an astonishing number of species, many European plants have become naturalised. But geology shows us, that from an early part of the tertiary period the number of species of shells, and that from the middle part of this same period, the number of mammals has not greatly or at all increased. What then checks an indefinite increase in the number of species? The amount of life (I do not mean the number of specific forms) supported on an area must have a limit, depending so largely as it does on physical conditions; therefore, if an area be inhabited by very many species, each or nearly each species will be represented by few individuals; and such species will be liable to extermination from accidental fluctuations in the nature of the seasons or in the number of their enemies. The process of extermination in such cases would be rapid, whereas the production of new species must always be slow. Imagine the extreme case of as many species as individuals in England, and the first severe winter or very dry summer would exterminate thousands on thousands of species. Rare species, and each species will become rare if the number of species in any country becomes indefinitely increased, will, on the principal often explained, present within a given period few favourable variations; consequently, the process of giving birth to new specific forms would thus be retarded. When any species becomes very rare, close interbreeding will help to exterminate it; authors have thought that this comes into play in accounting for the deterioration of the aurochs in Lithuania, of red deer in Scotland and of bears in Norway, etc. Lastly, and this I am inclined to think is the most important element, a dominant species, which has already beaten many competitors in its own home, will tend to spread and supplant many others. Alph. de Candolle has shown that those species which spread widely tend generally to spread VERY widely, consequently they will tend to supplant and exterminate several species in several areas, and thus check the inordinate increase of specific forms throughout the world. Dr. Hooker has recently shown that in the southeast corner of Australia, where, apparently, there are many invaders from different quarters of the globe, the endemic Australian species have been greatly reduced in number. How much weight to attribute to these several considerations I will not pretend to say; but conjointly they must limit in each country the tendency to an indefinite augmentation of specific forms.

 

Míster Watson ha hecho también la objeción de que la acción continua de la selección natural, junto con la divergencia de caracteres, tendería a producir un número indefinido de formas específicas. Por lo que se refiere a las condiciones puramente inorgánicas, parece probable que un número suficiente de especies se adaptaría pronto a todas las diferencias tan considerables de calor, humedad, etc.; pero yo admito por completo que son más importantes las relaciones mutuas de los seres orgánicos, y, como el número de especies en cualquier país va aumentando, las condiciones orgánicas de vida tienen que irse haciendo cada vez más complicadas. Por consiguiente, parece a primera vista que no hay límite para la diversificación ventajosa de estructura, ni, por tanto, para el número de especies que puedan producirse. No sabemos que esté completamente poblado de formas específicas, ni aun el territorio más fecundo: en el Cabo de Buena Esperanza y en Australia, donde vive un número de especies tan asombroso, se han aclimatado muchas plantas europeas, y la Geología nos muestra que el número de especies de conchas, desde un tiempo muy antiguo del período terciario, y el número de mamíferos, desde la mitad del mismo período, no ha aumentado mucho, si es que ha aumentado algo. ¿Qué es, pues, lo que impide un aumento indefinido en el número de especies? La cantidad de vida -no me refiero al número de formas específicas- mantenida por un territorio dependiendo tanto como depende de las condiciones físicas ha de tener un límite, y, por consiguiente, si un territorio está habitado por muchísimas especies, todas o casi todas estarán representadas por pocos individuos y estas especies estarán expuestas a destrucción por las fluctuaciones accidentales que ocurran en la naturaleza de las estaciones o en el número de sus enemigos. El proceso de destrucción en estos casos sería rápido, mientras que la producción de especies nuevas tiene que ser lenta. Imaginémonos el caso extremo de que hubiese en Inglaterra tantas especies como individuos, y el primer invierno crudo o el primer verano seco exterminaría miles y miles de especies. Las especies raras -y toda especie llegará a ser rara si el número de especies de un país aumenta indefinidamente- presentarán, según el principio tantas veces explicado, dentro de un período dado, pocas variaciones favorables; en consecuencia, se retardaría de este modo el proceso de dar nacimiento a especies nuevas.

 

Cuando cualquier especie se convierte en especie rara, los  cruzamientos cercanos contribuirán a exterminarla; autores han pensado que esto entre en juego en la contabilización del deterioro de los uros en Lituania, de ciervo en Escocia y de los osos en Noruega, etc Por último, y esto me inclino a pensar que es el elemento más importante, una especie dominante, que ya ha golpeado a muchos competidores en su propio hogar, tenderá a extenderse y suplantar muchos otros. Alph. de Candolle ha demostrado que las especies que se propagan ampliamente generalmente tienden a propagarse muy ampliamente, en consecuencia, tenderán a suplantar y exterminar a varias especies en varias áreas, y así frenar el aumento desmesurado de las formas específicas en todo el mundo. El doctor Hooker ha demostrado recientemente que en la esquina sureste de Australia, donde, al parecer, hay muchos invasores procedentes de diferentes barrios del planeta, las especies endémicas de Australia se han reducido considerablemente en número. No pretendo decir cuánta importancia hay que atribuir a estas varias consideraciones; pero en conjunto tienen que limitar en cada país la tendencia a un aumento indefinido de formas específicas.

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