La claridad en Quintiliano
Del libro de David Pujante titulado El hijo de la Persuasión (Quintiliano y el Estatuto Retórico; Instituto de Estudios Riojanos 1999) tomo las siguientes frases:
«Más adelante, y tras considerar el vicio de la oscuridad, resume de la siguiente manera su concepción de la claridad Quintiliano: «Nobis prima sit virtus perspicuitas, propia verba, rectus ordo, non in longum dilata conclusio, nihil neque desit neque superfluat» (VIII.2.22). Esta principal virtud que es la claridad consiste en la propiedad de términos, el recto orden, el ser comedido en las cláusulas, y que nada falte ni sobre. Ya que la finalidad, una vez más expuesta por Quintiliano, es: «Ita sermo et doctis probabilis et planus imperitis erit» (VIII. 2. 22); que lo dicho sea aprobado por los instruidos y comprendido por los incultos. Siempre una finalidad práctica. »
Y un poco más adelante:
«Debe evitarse ante todo la ambigüedad. No sólo la ambigüedad ya estudiada (VII.9.10), es decir, la que hace dudar del sentido; también debe evitarse la que se da aun prevaleciendo el sentido. Es decir, la que hace la frase incierta aunque no quepa duda sobre el significado auténtico (VIII.2.16). No provoca error, pero ofrece una mala organización de la frase, perturba la comprensión, sin llegar a equivocarnos.»