Ejemplos contrarios a todo cambio gradual en el párrafo ducentésimo nonagésimo cuarto de El Origen de las Especies

El autor suministra algunos ejemplos que ilustran cómo la naturaleza parece ser contraria a su teoría del cambio gradual. Entre ellos destacan el de los órganos eléctricos de los párrafos anteriores y ahora el de los órganos luminosos, o las masas de granos de polen llevados por un pedúnculo con una glándula adhesiva, en Orchis y Asclepias.

 Evidentemente si en especies muy diferentes aparecen órganos semejantes, esto es contrario al cambio gradual, pero el autor no quiere o no puede verlo como confiesa en este párrafo:

 For instance, the eyes of Cephalopods or cuttle-fish and of vertebrate animals appear wonderfully alike; and in such widely sundered groups no part of this resemblance can be due to inheritance from a common progenitor. Mr. Mivart has advanced this case as one of special difficulty, but I am unable to see the force of his argument.

(Por ejemplo: los ojos de los cefalópodos y los de los vertebrados parecen portentosamente semejantes, y en estos grupos tan distantes nada de esta semejanza puede ser debido a herencia de un antepasado común.  Míster Mivart ha presentado éste como un caso de especial dificultad; pero yo no sé ver la fuerza de su argumento.)

 Se entiende que si él no sabe ver la fuerza del argumento es entonces como si tal argumento no existiese.

Su definición de un ojo es memorable:

 An organ for vision must be formed of transparent tissue, and must include some sort of lens for throwing an image at the back of a darkened chamber. Beyond this superficial resemblance, there is hardly any real similarity between the eyes of cuttle-fish and vertebrates, as may be seen by consulting Hensen’s admirable memoir on these organs in the Cephalopoda

 (Un órgano de visión debe ser formado de tejido transparente, y debe incluir algún tipo de lente para lanzar una imagen en la parte posterior de una cámara oscura. Más allá de esta semejanza superficial, no hay casi ninguna similitud real entre los ojos de la jibia y los de vertebrados, como puede verse al consultar la admirable memoria de Hensen sobre estos órganos en los cefalópodos)

Porque como es habitual en esta obra:

 It is impossible for me here to enter on details,…

(Frase que parece exclusiva del autor como comprobará quien haga con ella una Búsqueda avanzada en Google )

A estas alturas del libro, los lectores corren grave riesgo de estar sometidos a un lavado de cerebro. Empero todavía permite el autor  cierta libertad de pensamiento:

 It is, of course, open to any one to deny that the eye in either case could have been developed through the natural selection of successive slight variations; but if this be admitted in the one case it is clearly possible in the other; and fundamental differences of structure in the visual organs of two groups might have been anticipated, in accordance with this view of their manner of formation.

(Queda, por supuesto, abierta a cualquiera la posibilidad  de negar que el ojo en uno y otro caso podría haber sido desarrollado a través de la selección natural de las ligeras variaciones sucesivas;  pero si  esto se admite en un caso,  es claramente posible en el otro;  y diferencias fundamentales de estructura en los órganos visuales de los dos grupos podría haber sido previsto, de acuerdo con estemodo de formación.)

 

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The luminous organs which occur in a few insects, belonging to widely different families, and which are situated in different parts of the body, offer, under our present state of ignorance, a difficulty almost exactly parallel with that of the electric organs. Other similar cases could be given; for instance in plants, the very curious contrivance of a mass of pollen-grains, borne on a foot-stalk with an adhesive gland, is apparently the same in Orchis and Asclepias, genera almost as remote as is possible among flowering plants; but here again the parts are not homologous. In all cases of beings, far removed from each other in the scale of organisation, which are furnished with similar and peculiar organs, it will be found that although the general appearance and function of the organs may be the same, yet fundamental differences between them can always be detected. For instance, the eyes of Cephalopods or cuttle-fish and of vertebrate animals appear wonderfully alike; and in such widely sundered groups no part of this resemblance can be due to inheritance from a common progenitor. Mr. Mivart has advanced this case as one of special difficulty, but I am unable to see the force of his argument. An organ for vision must be formed of transparent tissue, and must include some sort of lens for throwing an image at the back of a darkened chamber. Beyond this superficial resemblance, there is hardly any real similarity between the eyes of cuttle-fish and vertebrates, as may be seen by consulting Hensen’s admirable memoir on these organs in the Cephalopoda. It is impossible for me here to enter on details, but I may specify a few of the points of difference. The crystalline lens in the higher cuttle-fish consists of two parts, placed one behind the other like two lenses, both having a very different structure and disposition to what occurs in the vertebrata. The retina is wholly different, with an actual inversion of the elemental parts, and with a large nervous ganglion included within the membranes of the eye. The relations of the muscles are as different as it is possible to conceive, and so in other points. Hence it is not a little difficult to decide how far even the same terms ought to be employed in describing the eyes of the Cephalopoda and Vertebrata. It is, of course, open to any one to deny that the eye in either case could have been developed through the natural selection of successive slight variations; but if this be admitted in the one case it is clearly possible in the other; and fundamental differences of structure in the visual organs of two groups might have been anticipated, in accordance with this view of their manner of formation. As two men have sometimes independently hit on the same invention, so in the several foregoing cases it appears that natural selection, working for the good of each being, and taking advantage of all favourable variations, has produced similar organs, as far as function is concerned, in distinct organic beings, which owe none of their structure in common to inheritance from a common progenitor.

 

Los órganos luminosos que se presentan en algunos insectos de familias muy distintas, y que están situados en diferentes partes del cuerpo, ofrecen, en nuestro estado actual de ignorancia, una dificultad casi exactamente paralela a la de los órganos eléctricos. Podrían citarse otros casos semejantes; por ejemplo, en las plantas, la curiosísima disposición de una masa de granos de polen llevados por un pedúnculo con una glándula adhesiva, es evidentemente la misma en Orchis y Asclepias, géneros casi los más distantes posible dentro de las fanerógamas; pero tampoco aquí son órganos homólogos. En todos los casos de seres muy separados en la escala de la organización que tienen órganos peculiares semejantes, se encontrará que, a pesar de que el aspecto general y la función de los órganos pueden ser iguales, sin embargo, pueden siempre descubrirse diferencias fundamentales entre ellos. Por ejemplo: los ojos de los cefalópodos y los de los vertebrados parecen portentosamente semejantes, y en estos grupos tan distantes nada de esta semejanza puede ser debido a herencia de un antepasado común. Míster Mivart ha presentado éste como un caso de especial dificultad; pero yo no sé ver la fuerza de su argumento. Un órgano de visión tiene que estar formado de tejido transparente y tiene que comprender alguna clase de lente para formar una imagen en el fondo de una cámara obscura. Aparte del parecido superficial, apenas hay semejanza alguna real entre los ojos de los cefalópodos y los de los vertebrados, como puede verse consultando la admirable memoria de Hensen acerca de estos órganos en los cefalópodos. Me es imposible entrar aquí en detalles; pero puedo, sin embargo, indicar algunos de los puntos en que difieren. El cristalino, en los cefalópodos superiores, consta de dos partes, colocadas una tras otra, como dos lentes, teniendo ambas disposición y estructura muy diferentes de las que se encuentran en los vertebrados. La retina es completamente diferente, con una verdadera inversión de los elementos y con un ganglio nervioso grande encerrado dentro de las membranas del ojo, Las relaciones de los músculos son lo más diferentes que pueda imaginarse, y así en los demás puntos. Por consiguiente, no es pequeña dificultad el decidir hasta qué punto deban emplearse los mismos términos al describir los ojos de los cefalópodos y los de los vertebrados. Cada cual, naturalmente, es libre de negar que el ojo pudo haberse desarrollado en uno y otro caso por selección natural de ligeras variaciones sucesivas; pero, si se admite esto para un caso, es evidentemente posible en el otro, y, de acuerdo con esta opinión acerca de su modo de formación, se podían haber previsto ya diferencias fundamentales de estructura entre los órganos visuales de ambos grupos. Así como algunas veces dos hombres han llegado independientemente al mismo invento, así también, en los diferentes casos precedentes, parece que la selección natural, trabajando por el bien de cada ser y sacando ventaja de todas las variaciones favorables, ha producido, en seres orgánicos distintos, órganos semejantes, por lo que se refiere a la función, los cuales no deben nada de su estructura común a la herencia de un común antepasado.

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