El asno, el ganso y otros argumentos para defender lo indefendible en el párrafo vigésimo tercero del Origen de las Especies

 

El autor sigue buscando en este párrafo argumentos en favor de la defensa de una de sus principales Tesis: Que el estudio de la variación en los animales de granja, reportará grandes beneficios para el conocimiento de la adaptación y, por tanto será fundamental para el conocimiento de la transformación de las especies. La apuesta es arriesgada, y pasa por restar importancia al concepto de especie, pero su autor no va a abandonar el empeño. Así, en lugar de tomar el toro por los cuernos y admitir la cruda realidad de la diferencia enorme que hay entre la granja y el estado natural, buscará argumentos en los rincones más inesperados. Por ejemplo:

 

Se ha admitido con frecuencia que el hombre ha escogido para la domesticación animales y plantas que tienen una extraordinaria tendencia intrínseca a variar y también a resistir climas diferentes. No discuto que estas condiciones han añadido mucho al valor de la mayor parte de nuestras producciones domésticas; pero ¿cómo pudo un salvaje, cuando domesticó por vez primera un animal, conocer si éste variaría en las generaciones sucesivas y si soportaría o no otros climas? La poca variabilidad del asno y el ganso, la poca resistencia del reno para el calor, o del camello común para el frío, ¿han impedido su domesticación?

 

El autor discute consigo mismo y por lo tanto parece ajeno a los argumentos más elementales. Por ejemplo en respuesta a las frases anteriores, no es que el salvaje conociese previamente que el animal en cuestión iba a variar, sino que no hubiese domesticado a un animal incapaz de tal variación.

Escribiendo desde una soledad conmovedora, el autor continua en su monólogo solipsista:

 

 

No puedo dudar que si otros animales y plantas, en igual número que nuestras producciones domésticas y pertenecientes a clases y regiones igualmente diversas, fuesen tomados del estado natural y se pudiese hacerles criar en domesticidad, en un número igual de generaciones, variarían, por término medio, tanto como han variado las especies madres de las producciones domésticas hoy existentes.

 

 

It has often been assumed that man has chosen for domestication animals and plants having an extraordinary inherent tendency to vary, and likewise to withstand diverse climates. I do not dispute that these capacities have added largely to the value of most of our domesticated productions; but how could a savage possibly know, when he first tamed an animal, whether it would vary in succeeding generations, and whether it would endure other climates? Has the little variability of the ass and goose, or the small power of endurance of warmth by the reindeer, or of cold by the common camel, prevented their domestication?  I cannot doubt that if other animals and plants, equal in number to our domesticated productions, and belonging to equally diverse classes and countries, were taken from a state of nature, and could be made to breed for an equal number of generations under domestication, they would on an average vary as largely as the parent species of our existing domesticated productions have varied.

 

 

 

 

Se ha admitido con frecuencia que el hombre ha escogido para la domesticación animales y plantas que tienen una extraordinaria tendencia intrínseca a variar y también a resistir climas diferentes. No discuto que estas condiciones han añadido mucho al valor de la mayor parte de nuestras producciones domésticas; pero ¿cómo pudo un salvaje, cuando domesticó por vez primera un animal, conocer si éste variaría en las generaciones sucesivas y si soportaría o no otros climas? La poca variabilidad del asno y el ganso, la poca resistencia del reno para el calor, o del camello común para el frío, ¿han impedido su domesticación? No puedo dudar que si otros animales y plantas, en igual número que nuestras producciones domésticas y pertenecientes a clases y regiones igualmente diversas, fuesen tomados del estado natural y se pudiese hacerles criar en domesticidad, en un número igual de generaciones, variarían, por término medio, tanto como han variado las especies madres de las producciones domésticas hoy existentes.

 

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