Resumen de unos esfuerzos prodigiosos en el párrafo cuadrigentésimo quincuagésimo cuarto de El Origen de las Especies

 

No puedo creer que el autor se tome en serio a si mismo cuando dice:

 

 

 

En este capítulo me he esforzado en mostrar brevemente que las cualidades mentales de los animales domésticos son variables, y que las variaciones son hereditarias

 

 

 

Para demostrar ambas cosas no necesitaba haber escrito una línea. Ambas han sido probadas hasta la saciedad por docenas de autores de todos los tiempos.

 

 

 

 

 

El tercer punto que ha intentado, sin embargo,  no queda tan claro:

 

 

 

Aún más brevemente, he intentado demostrar que los instintos varían ligeramente en estado natural.

 

 

 

Los instintos no varían. Las celdillas de la abeja son hexagonales y en los hormigueros, las diferentes castas de hormigas son las mismas durante cientos de generaciones.

 

 

 

El cuarto vuelve a ser obvio:

 

 

 

Nadie discutirá que los instintos son de importancia suma para todo animal.

 

 

 

Y en el quinto ya salimos de dudas:

 

 

 

 Por consiguiente, no existe dificultad real en que, cambiando las condiciones de vida, la selección natural acumule hasta cualquier grado ligeras modificaciones de instinto que sean de algún modo útiles.

 

 

 

No, no y mil veces no. Cualquier cambio se deberá a cualquier motivo o circunstancia ambiental o genética. Jamás a la Selección natural.

 

 

 

Pero seguimos jugando:

 

 

 

  1. A imitar a Lamarck, como de costumbre:

 

En muchos casos es probable que la costumbre, el uso y desuso hayan entrado en juego.

 

 

 

  1. Al juego de la falsa modestia o ambigüedad:

 

 No pretendo que los hechos citados en este capítulo robustezcan grandemente mi teoría; pero, según mi leal saber y entender, no la anula ninguno de los casos de dificultad.

 

 

 

 

 

  1. A la búsqueda de la perfección:

 

 

 

Por el contrario, el hecho de que los instintos no son siempre completamente perfectos y están sujetos a errores; de que no puede demostrarle que ningún instinto haya sido producido para bien de otros animales, aun cuando algunos animales saquen provecho del instinto de otros;

 

 

 

  1. Finalmente al engaño:

 

 

 

 de que la regla de Historia natural Natura non facit saltum es aplicable a los instintos lo mismo que a la estructura corporal, y se explica claramente según las teorías precedentes,

 

 

 

 

 

Porque Natura facit saltum.

 

 

 

 

 

Y, 5, para terminar, el dogma impuesto a la fuerza:

 

 

 

pero es inexplicable de otro modo; tiende todo ello a confirmar la teoría de la selección natural.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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SUMMARY.

 

 

 

I have endeavoured in this chapter briefly to show that the mental qualities of our domestic animals vary, and that the variations are inherited. Still more briefly I have attempted to show that instincts vary slightly in a state of nature. No one will dispute that instincts are of the highest importance to each animal. Therefore, there is no real difficulty, under changing conditions of life, in natural selection accumulating to any extent slight modifications of instinct which are in any way useful. In many cases habit or use and disuse have probably come into play. I do not pretend that the facts given in this chapter strengthen in any great degree my theory; but none of the cases of difficulty, to the best of my judgment, annihilate it. On the other hand, the fact that instincts are not always absolutely perfect and are liable to mistakes; that no instinct can be shown to have been produced for the good of other animals, though animals take advantage of the instincts of others; that the canon in natural history, of «Natura non facit saltum,» is applicable to instincts as well as to corporeal structure, and is plainly explicable on the foregoing views, but is otherwise inexplicable—all tend to corroborate the theory of natural selection.

 

 

En este capítulo me he esforzado en mostrar brevemente que las cualidades mentales de los animales domésticos son variables, y que las variaciones son hereditarias. Aún más brevemente, he intentado demostrar que los instintos varían ligeramente en estado natural. Nadie discutirá que los instintos son de importancia suma para todo animal. Por consiguiente, no existe dificultad real en que, cambiando las condiciones de vida, la selección natural acumule hasta cualquier grado ligeras modificaciones de instinto que sean de algún modo útiles. En muchos casos es probable que la costumbre, el uso y desuso hayan entrado en juego. No pretendo que los hechos citados en este capítulo robustezcan grandemente mi teoría; pero, según mi leal saber y entender, no la anula ninguno de los casos de dificultad. Por el contrario, el hecho de que los instintos no son siempre completamente perfectos y están sujetos a errores; de que no puede demostrarle que ningún instinto haya sido producido para bien de otros animales, aun cuando algunos animales saquen provecho del instinto de otros; de que la regla de Historia natural Natura non lacit saltum es aplicable a los instintos lo mismo que a la estructura corporal, y se explica claramente según las teorías precedentes, pero es inexplicable de otro modo; tiende todo ello a confirmar la teoría de la selección natural.

Lectura aconsejada:

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