El típico comentario anónimo a una entrada reciente del blog los fallos de Darwin, insultaba al autor del blog diciendo,  entre otras cosas más burdas,  que no había leído El Origen de las Especies. La respuesta, en el siguiente comentario,  venía a poner las cosas en su sitio, demostrando que era el anónimo autor del primero (el burdo) quien no había leído; o lo que es igual o peor, es decir que, de haberlo hecho, no habría comprendido.  Y es que,  lo importante no es leer, estar leyendo o haber leído.  La lectura no es un fin en sí misma. Se lee para comprender.

La relación con  una obra no acaba cuando, satisfechos, hemos reproducido verbal, mentalmente o de alguna otra manera, los caracteres que la componen. Por el contrario, acaba con la comprensión de la obra, y por tanto, no siempre tiene un fin próximo.

Por eso es prácticamente inútil decir si alguien ha leído o no ha leído algo.  Tal información carece de interés, a no ser que nos estemos refiriendo a algo tan puntual como la noticia de un periódico, una nota necrológica o la reseña de una competición deportiva.  Hablando de textos de más calado, la historia es diferente. El texto se torna jeroglífico y aumenta el riesgo de lectura sin  aprovechamiento.  Peor que no haber leído, deviene entonces el haber leído no habiendo comprendido. Pensar que el significado del jeroglífico se reduce a la libre expresión de  su contenido: pájaro, linea quebrada, ojo, serpiente pájaro. Y ya está.  Empero, la experiencia demuestra que la lectura rápida de un jeroglífico, mediante la directa interpretación de sus figuras, no siempre resulta en su solución. Lo mismo puede ocurrir con otros textos que, más que lectura rápida, requieren análisis meticuloso.

Para subsanar estas dificultades, por mi parte estoy llevando a cabo una lectura muy lenta de El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida.

Ya he leído el historical sketch y también traje por aquí las conclusiones de la lectura del primer párrafo de la introduccción y pronto me dispongo a hacer lo propio con el segundo. Para que esta tarea tenga aprovechamiento, propongo un juego consistente en tomar este segundo párrafo como un jeroglífico e intentar resolverlo.  Antes permítanme tres o cuatro preguntas sencillas:

 

1. ¿Alguno de ustedes ha leído este segundo párrafo?, ¿Alguien lo ha comprendido?

2.  ¿Qué ocurriría si lo pusiéramos en primer lugar, o más aún si lo aislásemos del resto de la obra?

3. ¿Piensan ustedes que es posible que una obra seria y rigurosa pueda empezar de esta guisa, o tan siquiera contener este batiburrillo?:

My work is now nearly finished; but as it will take me two or three more years to complete it, and as my health is far from strong, I have been urged to publish this Abstract. I have more especially been induced to do this, as Mr. Wallace, who is now studying the [2]natural history of the Malay archipelago, has arrived at almost exactly the same general conclusions that I have on the origin of species. Last year he sent me a memoir on this subject, with a request that I would forward it to Sir Charles Lyell, who sent it to the Linnean Society, and it is published in the third volume of the Journal of that Society. Sir C. Lyell and Dr. Hooker, who both knew of my work—the latter having read my sketch of 1844—honoured me by thinking it advisable to publish, with Mr. Wallace’ excellent memoir, some brief extracts from my manuscripts.

Que traduzco:

Mi trabajo está casi terminado, pero como me llevará dos o tres años completarlo, y como mi salud está lejos de ser fuerte, se me ha instado a publicar este resumen. He sido inducido a hacer esto más especialmente, porque el señor Wallace, que ahora está estudiando la historia natural del Archipiélago Malayo, ha llegado a casi exactamente a las mismas conclusiones generales que yo sobre el origen de las especies. El año pasado me envió un libro de memorias sobre este tema, con el ruego de que lo enviase a Sir Charles Lyell, quien lo envió a la Linnean Society y está publicado en el tercer volumen de la revista de esa sociedad. Sir C. Lyell y el doctor Hooker, que conocían de mi trabajo-el segundo después de haber leído mi bosquejo de 1844, me honraron al pensar conveniente dar a conocer, con la excelente memoria de Mr. Wallace, algunos breves extractos de mis manuscritos.

 

Yo, francamente creo que no se debería publicar algo así . No solamente es perjudicial empezar obra alguna de esta guisa sino que tampoco parece apropiado publicar este párrafo en medio de otros. El párrafo indica confusión, ambigüedad, como si su autor ocultase algo ………….

 

Imagen de arqueoegipto.

Blogalaxia: ~ Technorati: ~ AgregaX:
Compartir:

2 comentarios

  1. Darwin comentaba frecuentemente, en cartas privadas que reconocía que no había evidencia para su teoría y que ésta podría destruir la moral de la raza humana.

    “Frecuentemente me recorre un escalofrío y me he preguntado si no me he dedicado a una fantasía” (Charles Darwin: “Life and letters” – “Vida y letras”, 1887, Vol. 2, pág. 230).

    http://darwin-online.org.uk/content/frameset?viewtype=side&itemID=F1452.2&pageseq=246

    *Austin H. Clark (1880-1954): era un ardiente evolucionista, miembro del Instituto Smithsoniano desde 1908 hasta 1950 y miembro de varias organizaciones científicas importantes. Siendo un prominente científico fue autor de varios libros y de unos 600 artículos científicos, pero luego de años de honestamente intentar hallar una explicación para el hecho de que no hay evidencia de especies cruzadas cambiando de una especie a otra, en 1930 escribió un asombroso libro: “The New Evolution: Zoogenesis” (La Nueva Evolución: zoogénesis). En éste citaba hecho tras hecho que desacreditaban la posibilidad de que la mayoría de las plantas y animales pudiera evolucionar de una especie a otra. El libro era sorprendente y no pudo ser refutado por ningún evolucionista. Ante estos hechos él propuso otra alternativa: zoogénesis, que decía que la mayoría de las especies de plantas y animales evolucionaron no de una hacia otra sino ¡directamente del polvo y el agua! (*A. H. Clark: “The New Evolution: Zoogenesis” – “La nueva evolución: zoogénesis”, 1930, pág. 211, 100, 189, 196, 114). El mundo evolucionista quedó pasmado, en silencio, porque sabían que él era un experto y que conocía las razones por las que la evolución de una especie a otra era imposible.

    Este lirbro tambien seria interesarlo leerlo, ¿no?:

    “The New Evolution: Zoogenesis” (La Nueva Evolución: zoogénesis de *Austin H. Clark (1880-1954)

    http://enhonorasuverdad.blogspot.com/search/label/1%20-%20Breve%20historia

Deja un comentario