Fully convinced: las palomas domésticas proceden de una sola especie en el párrafo trigésimo de El Origen de las Especies

 

I am fully convinced that the common opinion of naturalists is correct,….

Comienza este párrafo de manera tan curiosa como reconociendo que su autor no pertenece al conjunto de los naturalistas, puesto que todos ellos opinan que las especies domésticas de paloma proceden de una sola especie y sin embargo, el autor viene ahora a mostrar su convicción como algo notorio, digno de ser publicado. Cierto que el autor  no tenía mucha experiencia académica en el mundo de la Historia Natural.

Tras abandonar pronto sus estudios de medicina, estudió  para clérigo y luego había viajado por el mundo en misión de la armada, en el Beagle.  Su función a bordo no pertenecía a programa académico al uso y,  a su regreso tampoco estuvo integrado en Universidad  alguna. Así, cuando decimos que Darwin es un naturalista, utilizamos el término “naturalista” en un sentido amplio, como para referirnos a un autodidacta formado fuera de escuela o disciplina al uso, más bien aficionado, como se aprecia en El Origen.

Su estilo libre de las constricciones académicas es suficiente como para excluirlo del mundo de los naturalistas e incluso del de la ciencia en sentido estricto. En sentido amplio, su principal relación con la ciencia podría  ser la de portavoz de una ciencia nueva: La Eugenesia.

 

En éste párrafo, ocurre como en otras ocasiones. El autor  acierta  cuando dice cosas obvias. Hemos de dar la razón a los naturalistas.  Cierto. Todas las variedades de palomas domésticas, todas sin excepción proceden de una sola especie: Columba livia. Cierto.

 

Indica también varias de las razones que le  han conducido a esta «creencia». Algunas son un poco retorcidas y faltan otras. No indica ni una sola cita de otros autores que se hayan preocupado por el tema. Por ejemplo este texto de Lamarck que no se refiere a palomas, sino a perros, pero que se podría aplicar igualmente:

 

 

Où trouve-t-on maintenant, dans la nature, cette multitude de races de chiens, que, par suite de la domesticité où nous avons réduit ces animaux, nous avons mis dans le cas d’ exister telles qu’ elles sont actuellement ? Où trouve-t-on ces dogues, ces lévriers, ces barbets, ces épagneuls, ces bichons, etc., etc., races qui offrent entre elles de plus grandes différences que celles que nous admettons comme spécifiques entre les animaux d’ un même genre qui vivent librement dans la nature ?

 

Sans doute, une race première et unique, alors fort voisine du loup, s’ il n’ en est lui-même le vrai type, a été soumise par l’ homme, à une époque quelconque, à la domesticité. Cette race, qui n’ offroit alors aucune différence entre ses individus, a été peu à peu dispersée avec l’ homme dans différens pays, dans différens climats ; et après un temps quelconque, ces mêmes individus ayant subi les influences des lieux d’ habitation et des habitudes diverses qu’ on leur a fait contracter dans chaque pays, en ont éprouvé des changemens remarquables, et ont formé différentes races particulières. Or, l’ homme qui, pour le commerce, ou pour d’ autre genre d’intérêt, se déplace même à de très-grandes distances, ayant transporté dans un lieu très-habité, comme une grande capitale, différentes races de chiens formées dans des pays fort éloi- [éloignés,]

 

Para terminar el texto incluye en su última frase un importante concepto que revela el pensamiento del autor y que habrá ocasión de analizarlo en otras ocasiones: el concepto de hombres semi-civilizados.

 

 

Great as are the differences between the breeds of the pigeon, I am fully convinced that the common opinion of naturalists is correct, namely, that all are descended from the rock-pigeon (Columba livia), including under this term several geographical races or sub-species, which differ from each other in the most trifling respects. As several of the reasons which have led me to this belief are in some degree applicable in other cases, I will here briefly give them. If the several breeds are not varieties, and have not proceeded from the rock-pigeon, they must have descended from at least seven or eight aboriginal stocks; for it is impossible to make the present domestic breeds by the crossing of any lesser number: how, for instance, could a pouter be produced by crossing two breeds unless one of the parent-stocks possessed the characteristic enormous crop? The supposed aboriginal stocks must all have been rock-pigeons, that is, they did not breed or willingly perch on trees. But besides C. livia, with its geographical sub-species, only two or three other species of rock-pigeons are known; and these have not any of the characters of the domestic breeds. Hence the supposed aboriginal stocks must either still exist in the countries where they were originally domesticated, and yet be unknown to ornithologists; and this, considering their size, habits and remarkable characters, seems improbable; or they must have become extinct in the wild state. But birds breeding on precipices, and good flyers, are unlikely to be exterminated; and the common rock-pigeon, which has the same habits with the domestic breeds, has not been exterminated even on several of the smaller British islets, or on the shores of the Mediterranean. Hence the supposed extermination of so many species having similar habits with the rock-pigeon seems a very rash assumption. Moreover, the several above-named domesticated breeds have been transported to all parts of the world, and, therefore, some of them must have been carried back again into their native country; but not one has become wild or feral, though the dovecot-pigeon, which is the rock-pigeon in a very slightly altered state, has become feral in several places. Again, all recent experience shows that it is difficult to get wild animals to breed freely under domestication; yet on the hypothesis of the multiple origin of our pigeons, it must be assumed that at least seven or eight species were so thoroughly domesticated in ancient times by half-civilized man, as to be quite prolific under confinement.

 

 

Con ser grandes como lo son las diferencias entre las razas de palomas, estoy plenamente convencido de que la opinión común de los naturalistas es justa, o sea que todas descienden de la paloma silvestre (Columba livia), incluyendo en esta denominación diversas razas geográficas o subespecies que difieren entre sí en puntos muy insignificantes. Como varias de las razones que me han conducido a esta creencia son aplicables, en algún grado, a otros casos, las expondré aquí brevemente. Si las diferentes razas no son variedades y no han procedido de la paloma silvestre, tienen que haber descendido, por lo menos, de siete u ocho troncos primitivos, pues es imposible obtener las actuales razas domésticas por el cruzamiento de un número menor; ¿cómo, por ejemplo, podría producirse una buchona cruzando dos castas, a no ser que uno de los troncos progenitores poseyese el enorme buche característico? Los supuestos troncos primitivos deben de haber sido todos palomas de roca; esto es: que no criaban en los árboles ni tenían inclinación a posarse en ellos. Pero, aparte de Columba livia con sus subespecies geográficas, sólo se conocen otras dos o tres especies de paloma de roca, y éstas no tienen ninguno de los caracteres de las razas domésticas. Por lo tanto, los supuestos troncos primitivos, o bien tienen que existir aún en las regiones donde fueron domesticados primitivamente, siendo todavía desconocidos por los ornitólogos, y esto, teniendo en cuenta su tamaño, costumbres y caracteres, parece improbable, o bien tienen que haberse extinguido en estado salvaje. Pero aves que crían en precipicios y son buenas voladoras no son adecuadas para ser exterminadas, y la paloma silvestre, que tiene las mismas costumbres que las razas domésticas, no ha sido exterminada enteramente ni aun en algunos de los pequeños islotes británicos ni en las costas del Mediterráneo. Por consiguiente, el supuesto exterminio de tantas especies que tienen costumbres semejantes a las de la paloma silvestre parece una suposición muy temeraria. Es más: las diversas castas domésticas antes citadas han sido transportadas a todas las partes del mundo, y, por consiguiente, algunas de ellas deben de haber sido llevadas de nuevo a su país natal; pero ninguna se ha vuelto salvaje o bravía, si bien la paloma ordinaria de palomar, que es la paloma silvestre ligerísimamente modificada, se ha hecho bravía en algunos sitios. Una vez más, toda la experiencia reciente demuestra que es difícil conseguir que los animales salvajes se críen libremente en estado doméstico, sin embargo, en la hipótesis del origen múltiple de nuestras palomas, hay que suponer que por lo menos siete u ocho especies fueron tan bien domesticadas en tiempos antiguos por hombres semi-civilizados, como para ser prolíficas en cautividad.

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