De nuevo el lecho de Procrusto o cómo presentar la realidad alterada cuando lo que vemos no conviene a nuestros fines en el párrafo cuadrigentésimo de El Origen de las Especies

El autor expone sin preocupación alguna que la consideración de los instintos podría tirar toda su teoría por tierra. Es muy retórico. Hablar por hablar. En realidad hay muchos motivos para rechazar su obra, para que nunca se hubiese publicado,  pero en ella no hemos encontrado hasta el momento teoría alguna.

Ya hemos dicho que una de las estrategias que utiliza el autor para hacer creer a sus lectores que tiene una teoría consiste en escribir páginas y páginas acerca de los inconvenientes de su teoría. El problema es que no vemos teoría por ningún lado que añada un ápice de ciencia a la teoría de la Transformación de las especies de Lamarck. Nada nuevo.

 

No obstante como el autor cree tener una teoría, entonces intenta que ninguna consideración interrumpa su creencia ¿Cómo?

 

Su estrategia quedaba al descubierto en el párrafo centésimo décimo tercero:

 

Familiarizándose un poco, estas objeciones tan superficiales quedarán olvidadas.
Todo consiste en repetir, familiarizar al lector con la obra, lavar el cerebro de éste.

 

¿Cómo hacer para que la consideración de una cuestión tan compleja e importante como los instintos no de al traste con una “teoría” que propone que todo cambia por adquisición gradual de ventajas?

 

La solución es más sencilla de lo que podría parecer y reside en un mecanismo ya conocido desde los clásicos y descrito en este blog: El lecho de Procrusto. Dice el autor:

 

that I have nothing to do with the origin of the mental powers, any more than I have with that of life itself.

 

Debo sentar la premisa de que no me ocupo del origen de las facultades mentales, de igual modo que tampoco lo hago del origen de la vida misma.

 

Es decir su teoría sólo se ocupa de aquellas cosas que no le darán problemas. Aquellas que no la tirarán por tierra. Las otras quedan excluidas. ¡Así cualquiera!

 

 

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Many instincts are so wonderful that their development will probably appear to the reader a difficulty sufficient to overthrow my whole theory. I may here premise, that I have nothing to do with the origin of the mental powers, any more than I have with that of life itself. We are concerned only with the diversities of instinct and of the other mental faculties in animals of the same class.

 

Muchos instintos son tan maravillosos, que su desarrollo parecerá probablemente al lector una dificultad suficiente para echar abajo toda mi teoría. Debo sentar la premisa de que no me ocupo del origen de las facultades mentales, de igual modo que tampoco lo hago del origen de la vida misma. Nos interesa sólo la diversidad de los instintos y de las demás facultades mentales de los animales de una misma clase.

 

 

Lectura aconsejada:

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