Con tristeza, un juicio de valor desde el museo y un buen ejemplo de Detallamiento en el párrafo quingentésimo trigésimo tercero de El Origen de las Especies

Dice el autor en un hermoso ejemplo  de Falacia ad humanitatem:

 

Volvamos ahora la vista a nuestros más ricos museos geológicos, y ¡qué triste espectáculo contemplamos! Que nuestras colecciones son incompletas, lo admite todo el mundo

 

Pero las colecciones no son incompletas.  Son colecciones. Una colección completa sería un ideal imposible, un fantasma semántico.  El espectáculo en los museos no es triste, sino al contrario, es asombroso.

 

Dice el autor : Ningún organismo blando por completo puede conservarse.

 

No importa. Estudiemos los duros.

 

El detallamiento es un recurso mediante el cual el autor distrae la atención del lector hacia temas importantes haciéndole perderse en discursos sin fin con gran cantidad de detalles. El detallamiento es aquí ejemplar:

 

Algunas de las muchas especies de animales que viven en la costa, entre los limites de la marea alta y la marea baja, parece que rara vez son conservados. Por ejemplo, las diferentes especies de ctamalinos -subfamilia de cirrípedos sesiles- cubren en número infinito las rocas en todo el mundo: son todos estrictamente litorales, excepto una sola especie mediterránea que vive en aguas profundas, y ésta se halló fósil en Sicilia, mientras que ninguna otra, hasta hoy, ha sido hallada en ninguna formación terciaria, y, sin embargo, se sabe que el género Chthamalus existió durante el período cretácico. Por último, algunos depósitos grandes, que requieren un gran espacio de tiempo para su acumulación, están enteramente desprovistos de restos orgánicos, sin que podamos señalar razón alguna. Uno de los ejemplos más notables es el Flysch, que consiste en pizarras y areniscas de un grueso de varios miles de pies -a veces hasta seis mil-, y que se extiende por lo menos en trescientas millas de Viena a Suiza, y, aun cuando esta gran masa ha sido cuidadosamente explorada, no se han encontrado fósiles, excepto algunos restos vegetales.

 

 

 

 

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ON THE POORNESS OF PALAEONTOLOGICAL COLLECTIONS.

 

Now let us turn to our richest museums, and what a paltry display we behold! That our collections are imperfect is admitted by every one. The remark of that admirable palaeontologist, Edward Forbes, should never be forgotten, namely, that very many fossil species are known and named from single and often broken specimens, or from a few specimens collected on some one spot. Only a small portion of the surface of the earth has been geologically explored, and no part with sufficient care, as the important discoveries made every year in Europe prove. No organism wholly soft can be preserved. Shells and bones decay and disappear when left on the bottom of the sea, where sediment is not accumulating. We probably take a quite erroneous view, when we assume that sediment is being deposited over nearly the whole bed of the sea, at a rate sufficiently quick to embed and preserve fossil remains. Throughout an enormously large proportion of the ocean, the bright blue tint of the water bespeaks its purity. The many cases on record of a formation conformably covered, after an immense interval of time, by another and later formation, without the underlying bed having suffered in the interval any wear and tear, seem explicable only on the view of the bottom of the sea not rarely lying for ages in an unaltered condition. The remains which do become embedded, if in sand or gravel, will, when the beds are upraised, generally be dissolved by the percolation of rain water charged with carbonic acid. Some of the many kinds of animals which live on the beach between high and low water mark seem to be rarely preserved. For instance, the several species of the Chthamalinae (a sub-family of sessile cirripedes) coat the rocks all over the world in infinite numbers: they are all strictly littoral, with the exception of a single Mediterranean species, which inhabits deep water and this has been found fossil in Sicily, whereas not one other species has hitherto been found in any tertiary formation: yet it is known that the genus Chthamalus existed during the Chalk period. Lastly, many great deposits, requiring a vast length of time for their accumulation, are entirely destitute of organic remains, without our being able to assign any reason: one of the most striking instances is that of the Flysch formation, which consists of shale and sandstone, several thousand, occasionally even six thousand feet in thickness, and extending for at least 300 miles from Vienna to Switzerland; and although this great mass has been most carefully searched, no fossils, except a few vegetable remains, have been found.

 

Pobreza de las colecciones paleontológicas

Volvamos ahora la vista a nuestros más ricos museos geológicos, y ¡qué triste espectáculo contemplamos! Que nuestras colecciones son incompletas, lo admite todo el mundo. Nunca debiera olvidarse la observación del admirable paleontólogo Edward Forbes, de que muchísimas especies fósiles son conocidas y clasificadas por ejemplares únicos, y a veces rotos, o por un corto número de ejemplares recogidos en un solo sitio. Tan sólo una pequeña parte de la superficie de la tierra ha sido explorada geológicamente, y en ninguna con el cuidado suficiente, como lo prueban los importantes descubrimientos que cada año se hacen en Europa. Ningún organismo blando por completo puede conservarse. Las conchas y huesos se descomponen y desaparecen cuando quedan en el fondo del mar donde no se estén acumulando sedimentos. Probablemente estamos en una idea completamente errónea cuando admitimos que casi en todo el fondo del mar se están depositando sedimentos con una velocidad suficiente para enterrar y conservar restos fósiles. En toda una parte enormemente grande del océano, el claro color azul del agua demuestra su pureza. Los muchos casos registrados de una formación cubierta concordantemente, después de un inmenso espacio de tiempo, por otra formación posterior, sin que la capa subyacente haya sufrido en el intervalo ningún desgaste ni dislocación, parecen sólo explicables admitiendo que el fondo del mar no es raro que permanezca en estado invariable durante tiempos inmensos. Los restos que son enterrados, si lo son en arena o cascajo, cuando las capas hayan emergido, se disolverán, generalmente, por la infiltración del agua de lluvia, cargada de ácido carbónico. Algunas de las muchas especies de animales que viven en la costa, entre los limites de la marea alta y la marea baja, parece que rara vez son conservados. Por ejemplo, las diferentes especies de ctamalinos -subfamilia de cirrípedos sesiles- cubren en número infinito las rocas en todo el mundo: son todos estrictamente litorales, excepto una sola especie mediterránea que vive en aguas profundas, y ésta se halló fósil en Sicilia, mientras que ninguna otra, hasta hoy, ha sido hallada en ninguna formación terciaria, y, sin embargo, se sabe que el género Chthamalus existió durante el período cretácico. Por último, algunos depósitos grandes, que requieren un gran espacio de tiempo para su acumulación, están enteramente desprovistos de restos orgánicos, sin que podamos señalar razón alguna. Uno de los ejemplos más notables es el Flysch, que consiste en pizarras y areniscas de un grueso de varios miles de pies -a veces hasta seis mil-, y que se extiende por lo menos en trescientas millas de Viena a Suiza, y, aun cuando esta gran masa ha sido cuidadosamente explorada, no se han encontrado fósiles, excepto algunos restos vegetales.

 

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