Descartando catástrofes en el párrafo quingentésimo octogésimo del Origen de las Especies

Por el contrario, tenemos fundamento para creer, por el estudio de las formaciones terciarias, que las especies y grupos de especies desaparecen gradualmente, unos tras otros, primero de un sitio, luego de otro, y, finalmente, del mundo.

 

Tenemos fundamento, ha indicado el autor,  pero la ciencia no consiste en indicar si uno tiene o no tiene fundamento sino en mostrar las pruebas a partir de las cuales uno ha llegado a esa conclusión.

 

Ninguna ley fija parece determinar el tiempo que resiste una especie o un género.

 

Obviamente. Para cada caso habrá unas circunstancias diferentes y no habrá ley general para todos.

 

El final es cómico:

 

Hay motivos para creer que la extinción de un grupo entero de especies es, generalmente, un proceso más lento que su producción: si, como antes, se representa su aparición y desaparición mediante una línea vertical de un grueso variable, se encontrará que la línea se adelgaza, terminando en punta, más gradualmente en su extremo superior, que señala el proceso de la extinción, que en su extremo inferior, que indica la aparición y primitivo aumento del número de especies. En algunos casos, sin embargo, la extinción de grupos enteros, como el de los amonites al final del período secundario, fue asombrosamente súbita.

 

Y así los amonites vienen a contradecir lo afirmado unas líneas antes.

 

 

 

 

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ON EXTINCTION.

 

We have as yet only spoken incidentally of the disappearance of species and of groups of species. On the theory of natural selection, the extinction of old forms and the production of new and improved forms are intimately connected together. The old notion of all the inhabitants of the earth having been swept away by catastrophes at successive periods is very generally given up, even by those geologists, as Elie de Beaumont, Murchison, Barrande, etc., whose general views would naturally lead them to this conclusion. On the contrary, we have every reason to believe, from the study of the tertiary formations, that species and groups of species gradually disappear, one after another, first from one spot, then from another, and finally from the world. In some few cases, however, as by the breaking of an isthmus and the consequent irruption of a multitude of new inhabitants into an adjoining sea, or by the final subsidence of an island, the process of extinction may have been rapid. Both single species and whole groups of species last for very unequal periods; some groups, as we have seen, have endured from the earliest known dawn of life to the present day; some have disappeared before the close of the palaeozoic period. No fixed law seems to determine the length of time during which any single species or any single genus endures. There is reason to believe that the extinction of a whole group of species is generally a slower process than their production: if their appearance and disappearance be represented, as before, by a vertical line of varying thickness the line is found to taper more gradually at its upper end, which marks the progress of extermination, than at its lower end, which marks the first appearance and the early increase in number of the species. In some cases, however, the extermination of whole groups, as of ammonites, towards the close of the secondary period, has been wonderfully sudden.

 

Hasta ahora sólo hemos hablado incidentalmente de la desaparición de especies y grupos de especies. Según la teoría de la selección natural, la extinción de formas viejas y la producción de formas nuevas y perfeccionadas están íntimamente enlazadas. La antigua idea de que todos los habitantes de la tierra habían sido aniquilados por catástrofes en los sucesivos períodos, está generalmente abandonada, aun por aquellos geólogos, como Elie de Beaumont, Murchison, Barrande, etc., cuyas opiniones generales les tendrían que conducir naturalmente a esta conclusión. Por el contrario, tenemos fundamento para creer, por el estudio de las formaciones terciarias, que las especies y grupos de especies desaparecen gradualmente, unos tras otros, primero de un sitio, luego de otro, y, finalmente, del mundo. En algunos casos, sin embargo -como la ruptura de un istmo, y la consiguiente irrupción de una multitud de nuevos habitantes en un mar contiguo, o el hundimiento final de una isla-, el proceso de extinción puede haber sido rápido. Tanto las especies aisladas como los grupos enteros de especies duran períodos de tiempo muy desiguales; algunos grupos, como hemos visto, han resistido desde la primera aurora conocida de la vida hasta el día de hoy; otros han desaparecido antes de terminarse el período paleozoico. Ninguna ley fija parece determinar el tiempo que resiste una especie o un género. Hay motivos para creer que la extinción de un grupo entero de especies es, generalmente, un proceso más lento que su producción: si, como antes, se representa su aparición y desaparición mediante una línea vertical de un grueso variable, se encontrará que la línea se adelgaza, terminando en punta, más gradualmente en su extremo superior, que señala el proceso de la extinción, que en su extremo inferior, que indica la aparición y primitivo aumento del número de especies. En algunos casos, sin embargo, la extinción de grupos enteros, como el de los amonites al final del período secundario, fue asombrosamente súbita.

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