Cien años malinterpretando a Lamarck: se descubre el pastel
La figura histórica de Darwin ha fagocitado, no sólo a la de Lamarck, sino a la de todos y cada uno de los estudiosos de la evolución del siglo XIX. El descubrimiento de esta fagocitosis o, al menos, eclipsamiento, que empieza a manifestar una realidad palmaria entre biólogos y especialistas en evolución, promete ser una fuente de sorpresas. Para entender lo que pueda haber de inteligible en evolución, primero habrá que hacer una criba y analizar rigurosamente cómo se nos ha contado la historia, porque el relato científico está lleno de aspectos sociales turbulentos. El mensaje nos llega hoy lleno de ruido y hay preguntas que responder, por ejemplo:
¿Qué interés histórico ha habido en ensalzar a Darwin a expensas de Lamarck?.
El propio Gould, escritor prolífico que a veces deja escapar párrafos de indudable honestidad, en su libro nos da una pista:
“Moreover, even in a book parochially skewed to British and American evolutionary theory, Lamarck still merits the status of an ultimate source”.
El autor de un libro que pretende ser referencia para el estudio de la evolución sugiere que su obra podría estar inclinada hacía la teoría evolucionaria Inglesa y Americana (americana del norte, de los USA, por supuesto), que su Historia de la Teoría Evolutiva podría no ser para otros parroquianos, sino más bien para los del idioma inglés, o sea que él podría muy bien estar presentando una British and American evolutionary theory (así con mayúsculas y, como de costumbre utilizando American como sinónimo de USA). Que la B&A Evolutionary Theory es algo diferente de la Evolutionary Theory, asi en general, es decir la que puede ser explicada, en otros casos, a otros seres humanos de lengua no inglesa .
Supongo que los traductores y editores de Gould en otras lenguas (por ejemplo, español) no se fijaron en este párrafo que viene a decir algo así: asegúrense ustedes primero de que la obra que traducen va dirigida a ustedes; si no, no pierdan el tiempo.
En la historia de las teorías evolutivas puede que esté ocurriendo lo mismo que ocurre en antropología, en donde Robin Horton, en su libro titulado “Lèvy-Bruhl, Durkheim y la revolución científica” deja escrita esta frase lapidaria:
«De modo que, para conseguir una teoría lograda del pensamiento primitivo, hemos de desechar todas las ideas preconcebidas de la Escuela inglesa. “
Así Gould, continuando fiel a su ambigüedad, nos deja con la duda de si deberíamos o no seguir leyendo, puesto que si no somos Ingleses o Americanos (de los USA) quizás aquello que tenemos delante no nos ha sido dirigido por su autor; y,…… dentro de ésta ambigüedad, presenta a Lamarck: rodeado de Darwin por todas partes. Quien tiene el mérito de haber sido el primero en desarrollar una teoría de la transformación de las especies, queda otra vez eclipsado por Darwin, ….¿Por qué?. Primero, ya lo hemos visto, porque Darwin era inglés y Lamarck, francés. Hay otros motivos pero es mejor que cada uno los descubra por si mismo. Por mi parte, ya he ido dando aquí y allá, algunas pistas, como por ejemplo, la época victoriana que ensalzó a Dawin como su científico o el enjundioso contenido de la teoría darwinista de evolución por selección natural que contiene de todo (elementos y connotaciones sociales, materialistas, políticos, imperialistas, económicos) preparado como un kit para el ganador y en la cual la ciencia brilla por su ausencia.
En la obra-mamotreto de Gould (“The Structure of Evolutionary Theory”) se demuestra lo fácil que es criticar a un autor antiguo envolviendo sus textos en verborrea. Por lo visto, al autor no le cae bien lo que él mismo destaca como el concepto de jerarquía y la teoría de dos factores, como si la obra de Lamarck hubiese consistido en defender estos dos aspectos que son, más bien producto de la imaginación de Gould.
Pero las citas de Lamarck demuestran su pensamiento y este es inmutable a la mala interpretación:
No son los órganos, es decir la naturaleza y forma de las partes de un animal lo que da lugar a sus especiales costumbres y facultades; sino, por el contrario, sus costumbres, modo de vida y el ambiente en el curso del tiempo, han controlado la forma de su cuerpo, el número y el estado de sus órganos y, finalmente, las facultades que posee
La naturaleza nos muestra el poder del ambiente sobre el hábito y del hábito sobre la forma, ordenamiento y proporción de las partes de los animales
Variaciones en el ambiente inducen cambios en las necesidades, costumbres y modos de vida de los seres vivos….estos cambios dan lugar a modificaciones o desarrollo de sus órganos y en la forma de sus partes
(Philosophie zoologique, 1809).
Lamarck publicó estas líneas en el año del nacimiento de Darwin. Años después, Darwin las asumió plenamente. Puestos a poner nombres, Darwin es el genuino neo-lamarckista. Parece ser que para Gould la respuesta al cambio ambiental que es clave en Lamarck podría ser incompatible con un ordenamiento taxonómico en los organismos. De acuerdo en que Lamarck no resolvió esta difícil cuestión. Darwin tampoco, Gould tampoco. Quien hoy quiera aprender de evolución debe acudir al primero, al maestro.
La imagen está tomada del blog nucleodecenio.