La tarea que enfrentan los darwinistas y quienes preparan el año que viene el segundo centenario del nacimiento de Darwin no es sencilla. No consiste en llenar vitrinas con huesos, fósiles o manuscritos y decir que todo aquello lo descubrió o lo escribió su autor favorito. No, eso sería demasiado sencillo,……..Su tarea es mucho más dificil: nos deberán convencer del significado e interés real de los resultados de la investigación de Darwin.
Sabemos muy bien que la transformación de las especies no la descubrió Darwin, simplemente le cambió de nombre; pero “transformación de las especies” podría indicar mejor lo que ocurre en la Naturaleza que “evolución”, término con connotaciones positivistas y más propio de una época ya pasada de demasiada fé en el progreso.
Si se trata de explicar la obra de Darwin, podemos dar una pista. Charles Depéret lo hizo magistralmente en 1929.
En su obra “Les Transformations du Monde Animal», que ya he comentado en otro lugar, Depéret dedica el capítulo VII a Charles Darwin y el darwinismo. En siete páginas explica de forma amena y resumida la contribución de dicho autor a la ciencia. Depéret es un naturalista y escribe en 1929 una obra pulcra y neta sobre la transformación de las especies, vista todavía desde una perspectiva propia de la Historia Natural, anterior a la biología y libre de preocupaciones y análisis sociológicos o históricos. Lo que sigue es una adaptación libre de su capítulo dedicado a Darwin…….
Comienza el autor indicando como las ideas transformistas de Lamarck y de Geoffroy habían permanecido en la oscuridad eclipsadas por la influencia de Cuvier y su escuela. No obstante sí que indica autores transformistas entre Lamarck y Darwin: Herbert, Rafinesque, Naudin, Hooker (en botánica); Grant, Haldemann, Schaffhausen, Isidore Geoffroy Saint-Hilaire, Wallace (Zoología), d’Omalius d’Halloy y Keyserling (Geología). Hoy sabemos que hubo muchos más,….
En la obra «El Origen de las Especies por medio de la Selección Natural……», nos dice un siempre bondadoso Depéret, la idea maestra fue el aplicar a la evolución natural los procedimientos de la selección artificial. En la naturaleza, una selección análoga se produciría, que llevaría a la extinción de las formas menos aptas y a la supervivencia de las variaciones mejor adaptadas……
O sea, que yo no estaba tan descaminado cuando arriba indiqué que la principal aportación de Darwin es la Teoría de Evolución por Selección Natural. Al menos, éste es el parecer de otros de sus lectores.
Se puede dirigir a Darwin, indica Depéret, el reproche de ser demasiado exclusivo y de haber ignorado las influencias de autores anteriores. Por otra parte, su obra es mucho más precisa y, sobre todo mucho mejor documentada que la de sus antecesores. Dotado de un maravilloso espíritu de observación…., el ilustre naturalista inglés pudo aportar en defensa de la teoría transformista una potencia demostrativa superior a sus antecesores y que no podía dejar de atraer la adhesión de un gran número de biólogos. Y, sin embargo, es insuficiente para dar cuenta de la producción de nuevas variaciones:
“La concurrente vitale de Darwin, trés seduisante pour expliquer l’extinction des especes et même la disparition des varietés intermediaires, ne rend aucun compte de la production de variations nouvelles, à tel point que Darwin se voit obligé de se remettre de ce soin au simple hasard, autant dire à l’inconnu.”
Además, Depéret hace notar que Darwin no era un paleontólogo…….Su vasta erudición le permitía apreciaren su justo valor la gravedad de las objeciones formuladas contra su teoría por hombres de la valía de Forbes, Woodward, Murchinson, Sedgwick, Pictet, Agassiz, Barrande, d’Archiac y de tantos otros partidarios de la fijeza de las especies y de la renovación integral de las faunas fósiles. Obligado a dar una respuesta a dichas objeciones, Darwin no pudo combatirlas sino por una argumentación teórica, a veces de valor mediocre, pero ingeniosa:
Si se observan tan raramente las formas intermediarias necesarias a la teoría transformista, es porque ellas no pudieron reproducirse más que en regiones restringidas y porque debieron desaparecer rápidamente…..
Darwin discute así la penuria del registro paleontológico.
La cuestión ardiente de los orígenes humanos había sido objetada a Darwin por los naturalistas o más a menudo por los filósofos y los metodistas…. Y es quizás en esta respuesta en donde, según Depéret estalla más netamente el contraste que caracteriza en tantos puntos a la obra de Darwin: por una parte su admirable ingenio en los estudios comparados de caracteres anatómicos, intelectuales y psiquicos del hombre y de los animales; por otra, la debilidad, verdaderamente decepcionante de los argumentos positivos y de los hechos precisos, relativos a la reconstrucción real de la rama humana……
El capítulo dedicado a Darwin termina brillantemente:
Sera-t-il trop severe de conclure que, paléontologiquement du moins, la question de l’Origine des espèces demeurait entière?. (¿Será severo concluir que, al menos paleontológicamente, la cuestión del origen de las especies permanece intacta?)
No ha sido Depéret el único en expresar esta opinión que también puede tomar esta otra forma:
¿Nos encontramos hoy muy lejos de los puntos de vista que Depéret exponía en su libro publicado en 1929?.