Algunos detalles de historia no ocultan la confusión en el trigésimo quinto párrafo de El Origen de las Especies
En el párrafo anterior algunas ideas habían quedado claras: Todas las variedades de paloma doméstica pertenecen a la misma especie. Conclusión que no se debe al trabajo del autor sino que, según él mismo indicaba en el párrafo trigésimo y trigésimo primero, es la opinión general compartida por todos los naturalistas. Pues bien habiéndose cerrado el circulo y habiendo llegado a la misma conclusión que se presentaba ya como punto de partida,……….¿Qué más tendrá que contarnos el autor sobre palomas? Seguramente nada. Al menos, nada que tenga que ver con la formación de especies.
Pronto lo veremos……………
Con excepción de la introducción, es éste párrafo el segundo en el que aparece la palabra selección. Ni aquí ni en su primera aparición queda bien definida. Por el contrario , ya en la primera aparición de tan importante concepto, el autor vino a confundir selección con mejora. Aunque a menudo promete volver a hablar de ella más adelante, cuando lo hace, vuelve a confundirla con mejora. Lástima que la obra transcurra así sin aclarar lo que es la selección,….tan importante concepto (y de una aplicación tan escasa o nula para el estudio de la naturaleza).
A continuación el párrafo completo para los interesados en arqueología literaria, historia gastronómica de Egipto o del imperio romano. De interés nulo para interesados en el origen de las especies:
In favour of this view, I may add, firstly, that the wild C. livia has been found capable of domestication in Europe and in India; and that it agrees in habits and in a great number of points of structure with all the domestic breeds. Secondly, that although an English carrier or a short-faced tumbler differs immensely in certain characters from the rock-pigeon, yet that by comparing the several sub-breeds of these two races, more especially those brought from distant countries, we can make, between them and the rock-pigeon, an almost perfect series; so we can in some other cases, but not with all the breeds. Thirdly, those characters which are mainly distinctive of each breed are in each eminently variable, for instance, the wattle and length of beak of the carrier, the shortness of that of the tumbler, and the number of tail-feathers in the fantail; and the explanation of this fact will be obvious when we treat of selection. Fourthly, pigeons have been watched and tended with the utmost care, and loved by many people. They have been domesticated for thousands of years in several quarters of the world; the earliest known record of pigeons is in the fifth Aegyptian dynasty, about 3000 B.C., as was pointed out to me by Professor Lepsius; but Mr. Birch informs me that pigeons are given in a bill of fare in the previous dynasty. In the time of the Romans, as we hear from Pliny, immense prices were given for pigeons; » nay, they are come to this pass, that they can reckon up their pedigree and race. » Pigeons were much valued by Akber Khan in India, about the year 1600; never less than 20,000 pigeons were taken with the court. » The monarchs of Iran and Turan sent him some very rare birds; » and, continues the courtly historian, » His Majesty, by crossing the breeds, which method was never practised before, has improved them astonishingly. » About this same period the Dutch were as eager about pigeons as were the old Romans. The paramount importance of these considerations in explaining the immense amount of variation which pigeons have undergone, will likewise be obvious when we treat of selection. We shall then, also, see how it is that the several breeds so often have a somewhat monstrous character. It is also a most favourable circumstance for the production of distinct breeds, that male and female pigeons can be easily mated for life; and thus different breeds can be kept together in the same aviary.
En favor de esta oopinión puedo añadir: primero, que la Columba livia silvestre se ha visto que es capaz de domesticación en Europa y en la India, y que coincide en costumbres y en un gran número de caracteres de estructura con todas las castas domésticas; segundo, que, aunque una carrier o mensajera inglesa y una tumbler o volteadora de cara corta difieren inmensamente en ciertos caracteres de la paloma silvestre, sin embargo, comparando las diversas sub-razas de estas dos razas, especialmente las traídas de regiones distantes, podemos formar entre ellas y la paloma silvestre una serie casi perfecta; tercero, aquellos caracteres que son principalmente distintivos de cada casta son en cada una eminentemente variables, por ejemplo: las carúnculas y la longitud del pico de la carrier o mensajera inglesa, lo corto de éste en la tumbler o volteadora de cara corta y el número de plumas de la cola en la colipavo, y, la explicación de este hecho será clara cuando tratemos de la selección; cuarto, las palomas han sido observadas y atendidas con el mayor cuidado y estimadas por muchos pueblos. Han estado domesticadas durante miles de años en diferentes regiones del mundo; el primer testimonio conocido de palomas pertenece a la quinta dinastía egipcia, próximamente tres mil años antes de Jesucristo, y me fue señalado por el profesor Lepsius; pero míster Birch me informa que las palomas aparecen en una lista de manjares de la dinastía anterior. En tiempo de los romanos, según sabemos por Plinio, se pagaban precios enormes por las palomas; «es más: han llegado hasta tal punto, que puede explicarse su genealogía y raza». Las palomas fueron muy apreciadas por Akber Khan en la India el año 1600: nunca se llevaban con la corte menos de veinte mil palomas. «Los monarcas de Irán y Turán le enviaron ejemplares rarísimos» y, continúa el historiador de la corte, «Su Majestad, cruzando las castas, método que nunca se había practicado antes, las ha perfeccionado asombrosamente». Hacia la misma época, los holandeses eran tan entusiastas de las palomas como lo fueron los antiguos romanos. La suma importancia de estas consideraciones para explicar la inmensa variación que han experimentado las palomas quedará igualmente clara cuando tratemos de la selección. También veremos entonces cómo es que las diferentes razas tienen con tanta frecuencia un carácter algo monstruoso. Es también una circunstancia muy favorable para la producción de razas