Escarabajos mutilados en el párrafo ducentésimo cuarto de El Origen de las Especies
204.
Kirby has remarked (and I have observed the same fact) that the anterior tarsi, or feet, of many male dung-feeding beetles are often broken off; he examined seventeen specimens in his own collection, and not one had even a relic left. In the Onites apelles the tarsi are so habitually lost that the insect has been described as not having them. In some other genera they are present, but in a rudimentary condition. In the Ateuchus or sacred beetle of the Egyptians, they are totally deficient. The evidence that accidental mutilations can be inherited is at present not decisive; but the remarkable cases observed by Brown-Sequard in guinea-pigs, of the inherited effects of operations, should make us cautious in denying this tendency. Hence, it will perhaps be safest to look at the entire absence of the anterior tarsi in Ateuchus, and their rudimentary condition in some other genera, not as cases of inherited mutilations, but as due to the effects of long-continued disuse; for as many dung-feeding beetles are generally found with their tarsi lost, this must happen early in life; therefore the tarsi cannot be of much importance or be much used by these insects.
Kirby ha señalado -y yo he observado el mismo hecho- que los tarsos o pies anteriores de coleópteros coprófagos machos están frecuentemente rotos: examinó diez y siete ejemplares de su propia colección, y en ninguno quedaba ni siquiera un resto de tarso. En el Onites apelles es tan habitual que los tarsos estén perdidos, que el insecto ha sido descrito como no teniéndolos. En algunos otros géneros, los tarsos se presentan, pero en estado rudimentario. En el Ateuchus, o escarabajo sagrado de los egipcios, faltan por completo. La prueba de que las mutilaciones accidentales pueden ser heredadas actualmente no es decisiva; pero, los notables casos de efectos hereditarios de operaciones observados por Brown-Séquard en los conejillos de Indias nos obligan a ser prudentes en negar esta tendencia. Por consiguiente, quizá sea lo más seguro considerar la completa ausencia de tarsos anteriores en el Ateuchus y su condición rudimentaria en algunos otros géneros, no como casos de mutilaciones heredadas, sino como debidos a los efectos del prolongado desuso, pues, como muchos coleópteros coprófagos se encuentran generalmente con sus tarsos perdidos, esto tuvo que haber ocurrido al principio de su vida, por lo cual los tarsos no pueden ser de mucha importancia ni muy usados en estos insectos.
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El autor sigue dando ejemplos del efecto de las condiciones sobre los organismos.
Varios autores han observado con frecuencia la mutilación en los tarsos de escarabajos. La prueba de que las mutilaciones accidentales pueden ser heredadas actualmente no es decisiva, informa el autor.
Menciona asimismo los trabajos de Brown-Sequard. Publicados en The Lancet y severamente criticados por Weissman contenían los experimentos principales a favor de la herencia de caracteres adquiridos:
C. E. Brown-Séquard, «On the Hereditary Transmission of Effects of Certain Injuries to the Nervous System,» The Lancet (January 2, 1875): 7-8.
Habrá que volver pronto sobre estos trabajos, ……….Tal vez contengan resultados importantes ocultos bajo la influencia de las concepciones dogmáticas de Weissman……