La selección natural, la perfección absoluta y las limitadas facultades del autor en el párrafo tricentésimo vigésimo segundo de El Origen de las Especies

  Y es así como, sin haber dado ni un solo ejemplo en los trescientos veintiun párrafos anteriores el autor cree haber convencido a un inocente lector, víctima ya de sonambulismo provocado,  de los inmensos poderes de su Selección Natural, entidad imaginaria y consecuencia de un error:   La selección natural no puede producir nada en una especie exclusivamente para ventaja o perjuicio de otra, aun cuando puede muy bien producir partes, órganos o excreciones utilísimas, y aun indispensables, o…