Testimonios fragmentarios en el párrafo quingentésimo trigésimo cuarto de El Origen de las Especies

Es seguro que los testimonios son fragmentarios. Por definición: Son atestaciones o aseveraciones de algo, y, por lo tanto no contienen la tortalidad de aquello a lo quese refieren. Nadie cree que en los estratos, y mucho menos en los museos, vayamos a tener a nuestra disposición la totalidad de los organismos del pasado en todo su esplendor.  No necesita el autor mucho esfuerzo para convencernos de ello.

 

 

 

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With respect to the terrestrial productions which lived during the Secondary and Palaeozoic periods, it is superfluous to state that our evidence is fragmentary in an extreme degree. For instance, until recently not a land-shell was known belonging to either of these vast periods, with the exception of one species discovered by Sir C. Lyell and Dr. Dawson in the carboniferous strata of North America; but now land-shells have been found in the lias. In regard to mammiferous remains, a glance at the historical table published in Lyell’s Manual, will bring home the truth, how accidental and rare is their preservation, far better than pages of detail. Nor is their rarity surprising, when we remember how large a proportion of the bones of tertiary mammals have been discovered either in caves or in lacustrine deposits; and that not a cave or true lacustrine bed is known belonging to the age of our secondary or palaeozoic formations.

 

Por lo que se refiere a las especies terrestres que vivieron durante los períodos secundarios y paleozoicos, es innecesario afirmar que los testimonios que tenemos son en extremo fragmentarios; por ejemplo: hasta hace poco no se conocía ningún molusco terrestre perteneciente a ninguno de estos dos extensos períodos, excepto una especie descubierta por sir C. Lyell y el doctor Dawson en los estratos carboníferos de América del Norte; pero ahora se han encontrado conchas terrestres en el Iías. Por lo que se refiere a los restos de mamíferos, una ojeada a la tabla histórica publicada en el Manual de Lyell nos convencerá, mucho mejor que páginas enteras de detalles, de lo accidental y rara que es su conservación. Tampoco es sorprendente esta escasez, si recordamos la gran cantidad de huesos de mamíferos terciarios que han sido descubiertos, ya en las cavernas, ya en los depósitos lacustres, y que no se conoce ni una caverna ni una verdadera capa lacustre que pertenezca a la edad de nuestras formaciones secundarias y paleozoicas.

 

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