La biología es una ciencia experimental
De la entrada anterior, había quedado pendiente la explicación detallada a la respuesta contundente que dábamos a la pregunta: ¿Qué es la biología?. La respuesta contundente era ésta: La biología es una ciencia experimental.
Y sin embargo, por el cada vez más ambiguo mundo de la divulgación científica y de la enseñanza, sin hacer énfasis en este aspecto clave, se sigue afirmando vagamente que la biología es la ciencia que estudia la vida. Pues no: está claro que esta definición no basta; entre otras cosas porque, como veíamos, el estudio y la vida son toros de lidia difíciles de poner en la misma yunta.
Decir que la biología es la ciencia que estudia la vida es dar una definición deficiente, porque: ¿Qué es eso de estudiar la vida?. ¿Acaso todo estudio no es estudio de la vida?, ¿Y acaso la principal conclusión de todos los estudios no es que la vida mal se deja estudiar?. Justamente, el auténtico saber de Ortega (saber a qué atenerse) es la prueba palpable de que saber en la vida no consiste precisamente en estudiar, porque para saber a qué atenerse no es necesario el estudio.
Aquella definición ya caduca y deficiente, pero pertinaz, hace ahora agua por todas partes. La nueva y adecuada definición de la biología necesita un soporte, un elemento añadido que le de consistencia. La vida no es algo que se preste fácilmente al estudio y, sin embargo, podemos decir que la biología es la ciencia que estudia la vida experimentalmente. Al introducir experimentalmente, la frase queda apuntalada y sólo así se sostiene. Únicamente al considerar la aportación del Método Científico en su aproximación al estudio de la vida, es cuando la biología delimita su función y sus objetivos dejando las cosas más claras. Podría pesarle a Lamarck, pero nadie va a ir a preguntarle, porque estamos situados doscientos años después de 1808 y las definiciones cambian con el tiempo.
Cada disciplina de la ciencia tiene su época y su método y hoy, sin lugar a dudas, la biología es una ciencia experimental. Esto la define y le dota de su rigor. Sin un soporte en la experimentación, no hay biología posible. Para que la biología se haya consolidado y exista como tal, el siglo XIX está lleno de observaciones y experimentos que han constituido su base. Iremos viendo algunos de ellos, pero hay más. Por debajo de todos los personajes, ideas y resultados hay un cambio en la episteme. Una diferente manera de ver el mundo que está moviendo el fondo de todos los cambios ocurridos en el siglo XIX. Si la biología existe, es porque la distancia entre el hombre y la naturaleza permite que aquel comience a fijar su atención en las propiedades comunes a los seres vivos. También es cierto que la biología crece con energía a expensas de una Historia Natural ya agotada.
Dice Foucault:
La Historia Natural no es otra cosa que la denominación de lo visible. De allí su aparente simplicidad y este modo que de lejos parece ingenuo, ya que la Historia Natural resulta simple e impuesta por la evidencia de las cosas. Se tiene la impresión de que con Tournefort, Linneo o Buffon se ha empezado a decir al fin lo que siempre había sido visible, pero que había permanecido mudo ante una especie de invencible distracción de la mirada. De hecho, no es una milenaria desatención lo que se disipa de pronto, sino que se constituye en todo su espesor un nuevo campo de visibilidad.
Pues bien, tan cierto cómo que con Linneo y Buffon se dice lo visible, lo es que con Cuvier termina de decirse lo visible hasta el límite y hay que comenzar a fijar la atención en el fondo sobre el que lo visible destaca. Este fondo es la trama que damos en llamar vida, cuyas características sirven para todos los objetos de los que se ocupaba la taxonomía y la descripción de este fondo es la biología. Su contemplación no basta, porque su aproximación ha de ser experimental. Sería imposible describir los mecanismos de la herencia o de las reacciones enzimáticas sin experimentación. El cambio teórico en el saber de la época, eso que llamábamos la episteme ocurre en sincronía con la capacidad de manipulación del mundo, con el desarrollo de la experimentación.
Lectura aconsejada:
Manual para detectar la impostura científica: Examen del libro de Darwin por Flourens. Digital CSIC, 2013. 225 páginas.