La varita mágica al descubierto en el párrafo trigésimo octavo de El Origen de las Especies

 

El autor desearía tener más espacio (nadie se lo limita), pero no para describir mecanismo alguno en relación con la  transformación de las especies, no.  El  autor necesita más espacio porque así podría exponer largamente, es decir con más detalle todavía, el trabajo de los ganaderos y agricultores.

Surgen dos preguntas. La primera, más inocente: ¿Se necesitaría mucho espacio para exponer esto de manera suficientemente clara y comprensiva?

La segunda, un poco más intencionada: ¿Tiene esto algo que ver con la formación de una especie en la naturaleza?

 

O si prefieren concentrar ambas preguntas en una, la resultante sería:

¿Cuánto espacio habría que dedicar a exponer el trabajo de los ganaderos y agricultores en un tratado sobre la transformación de las especies?

 

Y aquí,  fuese cual fuese la respuesta,  veríamos que el autor está dedicando demasiado espacio a un tema que no aporta solución alguna al tema de El Origen de las Especies.

 

El autor está asombrado con la actividad que estos señores, agricultores y ganaderos,  realizan seleccionando para la cría los mejores ejemplares;  pero,  desde su asombro, confunde constantemente selección con mejora, selection con breeding. La modificación de razas y la obtención de variedades nuevas son el resultado de un proceso de mejora y la mejora de una especie animal o vegetal no depende sólo de la selección, sino de ciertas propiedades naturales de las especies objeto de mejora. La mejora, para bien o para mal, es una actividad que va más allá del  resultado de la intención humana (selección), y depende  de la disposición que existe en la naturaleza: Quod Natura Non Dat, Salmantica non praestat.

 

Menciona el autor a un tal señor Youatt, William Youatt,  autor de un libro sobre El Perro, quien tampoco era académico y además tenía una idea muy confusa sobre lo que es la selección: Esa varita mágica, indica el autor citando un impreciso texto de  Youatt :

 

that which enables the agriculturist, not only to modify the character of his flock, but to change it altogether. It is the magician’s wand, by means of which he may summon into life whatever form and mould he pleases

 

lo que permite al agricultor, no sólo modificar los caracteres de su rebaño, sino cambiar éstos por completo. Es la vara mágica mediante la cual puede llamar a la vida cualquier forma y modelar lo que quiere

 

Lo cual es falso. La selección no es aquello que permite cambiar los caracteres del rebaño. En todo caso esto es el proceso de mejora genética, del cual la selección puede ser parte importante, pero no son sinónimos. Por mucho que el hombre seleccione, no hay mejora si la naturaleza no consiente. El mejorador de animales y plantas no dispone de varita mágica alguna y tan sólo obtendrá de sus experiencias aquello que la naturaleza esté dispuesta a darle.

 

The great power of this principle of selection is not hypothetical. It is certain that several of our eminent breeders have, even within a single lifetime, modified to a large extent their breeds of cattle and sheep. In order fully to realise what they have done it is almost necessary to read several of the many treatises devoted to this subject, and to inspect the animals. Breeders habitually speak of an animal’s organisation as something plastic, which they can model almost as they please. If I had space I could quote numerous passages to this effect from highly competent authorities. Youatt, who was probably better acquainted with the works of agriculturalists than almost any other individual, and who was himself a very good judge of animals, speaks of the principle of selection as «that which enables the agriculturist, not only to modify the character of his flock, but to change it altogether. It is the magician’s wand, by means of which he may summon into life whatever form and mould he pleases.» Lord Somerville, speaking of what breeders have done for sheep, says: «It would seem as if they had chalked out upon a wall a form perfect in itself, and then had given it existence.» In Saxony the importance of the principle of selection in regard to merino sheep is so fully recognised, that men follow it as a trade: the sheep are placed on a table and are studied, like a picture by a connoisseur; this is done three times at intervals of months, and the sheep are each time marked and classed, so that the very best may ultimately be selected for breeding.

 

 

La gran fuerza de este principio de selección no es hipotética. Es seguro que varios de nuestros más eminentes ganaderos, aun dentro del tiempo que abarca la vida de un solo hombre, modificaron en gran medida sus razas de ganado vacuno y de ovejas. Para darse cuenta completa de lo que ellos han hecho es casi necesario leer varios de los muchos tratados consagrados a este objeto y examinar los animales. Los ganaderos hablan habitualmente de la organización de un animal como de algo plástico que pueden modelar casi como quieren. Si tuviese espacio, podría citar numerosos pasajes a este propósito de autoridades competentísimas. Youatt, que probablemente estaba mejor enterado que casi nadie de las obras de los agricultores, y que fue él mismo un excelente conocedor de animales, habla del principio de la selección como de «lo que permite al agricultor, no sólo modificar los caracteres de su rebaño, sino cambiar éstos por completo. Es la vara mágica mediante la cual puede llamar a la vida cualquier forma y modelar lo que quiere». Lord Somerville, hablando de lo que los ganaderos han hecho con la oveja, dice: «parecería como si hubiesen dibujado con yeso en una pared una forma perfecta en sí misma y después le hubiesen dado existencia». En Sajonia, la importancia del principio de la selección, por lo que se refiere a la oveja merina, está reconocido tan por completo, que se ejerce como un oficio: las ovejas son colocadas sobre una mesa y estudiadas como un cuadro por un perito; esto se hace tres veces, con meses de intervalo, y las ovejas son marcadas y clasificadas cada vez, de modo que las mejores de todas pueden ser por fin seleccionadas para la cría.

 

 

Imagen: Youatt con la varita mágica. Adaptación del retrato de William Youatt (1830-1883) de Youatt Genealogy Pages.

 

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