En muchas ocasiones se habla de Darwin como genio y se le compara con Copernico, Galileo o Newton. Ignoro las jornadas de trabajo de estos últimos pero de la del primero tengo algún dato.

El  capítulo cuarto de la Autobiografía de Charles Darwin editada por Alianza Editorial (Madrid, 1977)  se titula Recuerdos de la vida cotidiana de mi padre.  El libro no es  autobiografía al uso sino que se trata de una composición de su hijo Francis.  En cuanto al cuarto capítulo, será dificil encontrar lectores que lo hayan leido con detenimiento puesto que se encuentra detrás de un tercer capítulo laberíntico dedicado a, ni más ni menos, la religión. El afortunado superviviente de catorce páginas describiendo la tumultuosa relación de Darwin con la religión se enfrentará así,  mermado de fuerzas,  al próximo envite:  la descripción que Francis, hijo del genio, hace de la vida cotidiana de su padre. Es ahí donde  leemos  (p 125):

Después de desayunar a solas alrededor de las 7, 45, se iba en seguida a trabajar; consideraba la hora y media comprendida entre las 8 y las 9, 30 una de sus mejores horas de trabajo. A las 9, 30 iba a buscar sus cartas a la sala de estar; se alegraba cuando la correspondencia era escasa, y a veces le molestaba mucho que no fuera así.  Luego, tumbado en el sofá solía escuchar la lectura de alguna carta familiar.

Esta lectura en voz alta, que también incluía un trozo de alguna novela, duraba hasta alrededor de las diez y media, en que volvía a ponerse a trabajar hasta las doce o doce y cuarto. Sobre esta hora daba por terminado el trabajo del día,  y a menudo decía con voz de satisfacción: ¡He hecho una buena jornada!

En resumen:  Tres horas o tres horas y cuarto de trabajo. Ciertamente una buena jornada!

Si bien unas pocas páginas más adelante leemos (p 135):

De cuatro y media a cinco y media trabajaba; luego iba a la sala y se quedaba sin hacer nada hasta que llegaba la hora (alrededor de las seis) de subir y descansar otro poco con lectura de novela y cigarrillo.

Es decir que la jornada no había terminado como se indicaba antes, sino que se prolongaba todavía por una hora. De acuerdo, entonces tenemos  en total cuatro horas o cuatro horas y cuarto de trabajo.

Empero,  más adelante, al referirse a la asistencia a una reunión de la Linnean Society, tenemos (p 141):

Únicamente por la mañana temprano podía realizar algún esfuerzo de este tipo con relativa impunidad. Y así sucedía que hacía sus visitas a amigos científicos de Londres preferentemente a una hora tan temprana como las diez de la mañana. por la misma razón emprendía sus viajes en el primer tren que hubiera, y solía llegar a las casas de sus parientes de Londres cuando éstos empezaban la jornada.

Anotaba con exactitud en un diario las jornadas que trabajaba y aquellas en que su mala salud le impedia hacerlo, con objeto de que le fuera posible decir el número de días en que no había hecho nada en un año determinado,………..

O sea que, el horario laboral mencionado de, aproximadamente,  tres o cuatro horas, se refería sólo a aquellas jornadas en las que trabajaba. Aquellas en las que no, estaban anotadas en un diario.  Al no decir cuántas eran, podemos sospechar que eran muchas.

 

 

 

Imagen de arriba:  estudio de Darwin en su casa de Down. tomada de The complete work of Charles Darwin online.

Pequeña imagen de abajo: Portada del libro del que se mencionan aquí unos fragmentos bien curiosos. El reloj procede del Diccionario de Neolengua.

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2 comentarios

  1. La jornada de trabajo de Darwin me parece de lo más racional (para un genio). De hecho, a mí me gustaría ser un genio.

  2. Por lo general creo yo que el genio no es compatible con jornada laboral tan restringida. A más genio, más trabajo. A más trabajo, más genio. No es cuestión de gustarle o no gustarle a uno, Joaquín, sino de disposición. Naturaleza. Algo que el propio Darwin nunca comprendió.

    Saludos

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