El poder de convicción: W.R. Thompson sobre Darwin y el darwinismo

 

 

 

 

En su texto de introducción al Origen de las Especies (Everyman, 1958),  W.R. Thompson dice:

 

He tratado de incluir en un resumen, necesariamente breve, los puntos más importantes en el argumento de Darwin y no intento debilitar la presentación intencionadamente. Si Darwin convenció al mundo de que las especies se habían originado a través de la evolución por selección natural, fue, creo, sobre la base de los argumentos que he mencionado. Pero en cuestiones de este tipo mucho depende de la manera en que los argumentos se presentan. Darwin consideraba que la doctrina del origen de las formas vivas de la descendencia con modificación, incluso si está bien fundada, no sería satisfactoria a menos que las causas en acción se identificasen correctamente, por lo que su teoría de la modificación por la selección natural era, para él, de una importancia absolutamente fundamental. Puesto que él carecía en el momento de la publicación del Origen de ningún cuerpo de evidencia experimental para apoyar su teoría, se dejó caer en argumentos especulativos. La argumentación utilizada por los evolucionistas, dijo De Quatrefages, hace que la discusión de sus ideas sea extremadamente difícil. Convicciones personales, las más simples posibilidades, se presentan como si fueran pruebas, o por lo menos,  argumentos válidos en favor de la teoría. Como ejemplo de Quatrefages cita la explicación de Darwin acerca de la manera en que el carbonero podría transformarse en el cascanueces, por la acumulación de pequeños cambios en la estructura y el instinto debidos a la selección natural, y luego procedió a demostrar que es igual de fácil de transformar el cascanueces en el carbonero. La demostración se puede modificar sin dificultad para adaptarse a cualquier caso concebible. Carece de valor científico, ya que no puede ser verificada, pero ya que la imaginación tiene rienda suelta, es fácil dar la impresión de que se ha dado un ejemplo concreto de la transmutación real. Esto es algo sumamente atractivo debido a la extrema simplicidad fundamental de la explicación darwiniana. El lector puede ser completamente ignorante de los procesos biológicos y sin embargo, sentirá como si realmente entendiese,  y en un sentido dominase el mecanismo por el cual se ha producido la maravillosa variedad de formas de vida. Esta fue sin duda una de las principales razones para el éxito del Origen. Otra es el carácter evasivo del argumento darwiniano. Cada característica de los organismos se mantiene en la existencia, ya que tiene un valor de supervivencia. Sin embargo, este valor se relaciona con la lucha por la existencia. Por lo tanto no estamos obligados a comprometernos en lo que respecta al significado de las diferencias entre los individuos o entre las especies ya que el poseedor de una modificación en particular puede encontrarse, en la carrera por la vida, moviéndose hacia arriba o quedándose atrás. Por otro lado, podemos comprometernos si nos gusta, ya que es imposible desmentir nuestra afirmación. La verosimilitud del argumento elimina la necesidad de la prueba y su propia naturaleza, le da una especie de inmunidad a la refutación. Darwin no presentó en el Origen que las especies se hubiesen originado por la selección natural, sino que simplemente demostró, sobre la base de ciertos hechos y suposiciones, cómo esto podría haber sucedido, y así como él se había convencido a sí mismo, así también fue capaz de convencer a los demás «(Thompson. , WR, «Introducción», en Darwin CR, «El Origen de las Especies Mediante la Selección Natural», Sexta Edición, 1872, Biblioteca Everyman, JM Dent & Sons: Londres, 1967, reimpresión, p.xi)

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«I have tried to include in a necessarily brief summary the most important points in Darwin’s argument and have not designedly attempted to weaken the presentation. If Darwin convinced the world that species had originated through evolution by natural selection, it was, I think, on the basis of the arguments I have mentioned. But in a matter of this kind a great deal depends on the manner in which arguments are presented. Darwin considered that the doctrine of the Origin of living forms by descent with modification, even if well founded, would be unsatisfactory unless the causes at work were correctly identified, so his theory of modification by natural selection was, for him, of absolutely major importance. Since he had at the time the Origin was published no body of experimental evidence to support his theory, he fell back on speculative arguments. The argumentation used by evolutionists, said de Quatrefages, makes the discussion of their ideas extremely difficult. Personal convictions, simple possibilities, are presented as if they were proofs, or at least valid arguments in favour of the theory. As an example de Quatrefages cited Darwin’s explanation of the manner in which the titmouse might become transformed into the nutcracker, by the accumulation of small changes in structure and instinct owing to the effect of natural selection; and then proceeded to show that it is just as easy to transform the nutcracker into the titmouse. The demonstration can be modified without difficulty to fit any conceivable case. It is without scientific value, since it cannot be verified; but since the imagination has free rein, it is easy to convey the impression that a concrete example of real transmutation has been given. This is the more appealing because of the extreme fundamental simplicity of the Darwinian explanation. The reader may be completely ignorant of biological processes yet he feels that he really understands and in a sense dominates the machinery by which the marvellous variety of living forms has been produced. This was certainly a major reason for the success of the Origin. Another is the elusive character of the Darwinian argument. Every characteristic of organisms is maintained in existence because it has survival value. But this value relates to the struggle for existence. Therefore we are not obliged to commit ourselves in regard to the meaning of differences between individuals or species since the possessor of a particular modification may be, in the race for life, moving up or falling behind. On the other hand, we can commit ourselves if we like, since it is impossible to disprove our statement. The plausibility of the argument eliminates the need for proof and its very nature gives it a kind of immunity to disproof. Darwin did not show in the Origin that species had originated by natural selection; he merely showed, on the basis of certain facts and assumptions, how this might have happened, and as he had convinced himself he was able to convince others.» (Thompson, W.R., «Introduction,» in Darwin C.R., «The Origin of Species by Means of Natural Selection,» Sixth Edition, 1872, Everyman’s Library, J.M. Dent & Sons: London, 1967, reprint, p.xi)

También dice:

The success of Darwinism was accompanied by a decline in scientific integrity. This is already evident in the reckless statements of Haeckel and in the shifting, devious and histrionic argumentation of T. H. Huxley.

Y de este texto se ha dicho:

 

The introduction is still worth reading, not only for its style but for its fully justified castigation of the absurdities and dishonesties of darwinian writers such as Haeckel and the ridiculous vogue for the construction of phylogenetic trees.

 

 

 

 

La fotografía de Thompson procede del libro Biographical Memoirs of Fellows of the Royal Society © 1973.

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4 comentarios

  1. […] Al autor viene ahora a repetir también lo indicado en el tercer capítulo. Al resultado de  lo que allí llamaba lucha por la existencia aquí ha venido a llamar selección natural, supervivencia del más apto. Cree el que las especies nuevas se forman por selección natural luego todos sus lectores han de creer lo mismo. […]

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