Una duda acerca de si habría leído Darwin a Lyell en el párrafo quingentésimo vigésimo sexto de El Origen de las Especies

Esta frase representa una curiosa manera de comenzar a hablar de Geología:

It is hardly possible for me to recall to the reader who is not a practical geologist, the facts leading the mind feebly to comprehend the lapse of time.

 

Apenas me es posible recordar al lector que no sea un geólogo práctico los hechos que conducen a hacerse una débil idea del tiempo transcurrido.

 

Precisamente, su tarea consiste en presentar esos hechos.

 

A continuación una frase que hace surgir una cuestión. La frase es:

 

He who can read Sir Charles Lyell’s grand work on the Principles of Geology, which the future historian will recognise as having produced a revolution in natural science, and yet does not admit how vast have been the past periods of time, may at once close this volume.

 

El que sea capaz de leer la gran obra de sir Carlos Lyell sobre los Principios de Geología* -que los historiadores futuros reconocerán que ha producido una revolución en las ciencias naturales- y, con todo, no admita la enorme duración de los períodos pasados de tiempo, puede cerrar inmediatamente el presente libro.

 

Y la cuestión: ¿Habría leído Darwin a Lyell?

 

Cualquiera diría que sí puesto que reconoció que la mitad del contenido de su cerebro procedía de este autor. Empero, esto no es cierto puesto que buena parte del contenido de su cerebro procedía de Lamarck y un cerebro no tiene más que dos mitades. Parafraseando a Darwin podríamos ahora decir:

 

El que sea capaz de leer la gran obra de sir Carlos Darwin sobre los Principios de la Evolución -que los historiadores futuros han reconocido que ha producido una revolución en las ciencias naturales- admitirá que la enorme duración de los períodos pasados de tiempo es el campo de acción de la selección natural, el escenario natural de la lucha por la supervivencia en donde el más apto sobrevive. Entonces, ya puede cerrar inmediatamente el presente libro.

 

 

 

 

 

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ON THE LAPSE OF TIME, AS INFERRED FROM THE RATE OF DEPOSITION AND EXTENT OF DENUDATION.

 

Independently of our not finding fossil remains of such infinitely numerous connecting links, it may be objected that time cannot have sufficed for so great an amount of organic change, all changes having been effected slowly. It is hardly possible for me to recall to the reader who is not a practical geologist, the facts leading the mind feebly to comprehend the lapse of time. He who can read Sir Charles Lyell’s grand work on the Principles of Geology, which the future historian will recognise as having produced a revolution in natural science, and yet does not admit how vast have been the past periods of time, may at once close this volume. Not that it suffices to study the Principles of Geology, or to read special treatises by different observers on separate formations, and to mark how each author attempts to give an inadequate idea of the duration of each formation, or even of each stratum. We can best gain some idea of past time by knowing the agencies at work; and learning how deeply the surface of the land has been denuded, and how much sediment has been deposited. As Lyell has well remarked, the extent and thickness of our sedimentary formations are the result and the measure of the denudation which the earth’s crust has elsewhere undergone. Therefore a man should examine for himself the great piles of superimposed strata, and watch the rivulets bringing down mud, and the waves wearing away the sea-cliffs, in order to comprehend something about the duration of past time, the monuments of which we see all around us.

 

Independientemente de que no encontramos restos fósiles de estas formas de unión infinitamente numerosas, puede hacerse la objeción de que el tiempo no debe haber sido suficiente para un cambio orgánico tan grande si todas las variaciones se han efectuado lentamente. Apenas me es posible recordar al lector que no sea un geólogo práctico los hechos que conducen a hacerse una débil idea del tiempo transcurrido. El que sea capaz de leer la gran obra de sir Carlos Lyell sobre los Principios de Geología* -que los historiadores futuros reconocerán que ha producido una revolución en las ciencias naturales- y, con todo, no admita la enorme duración de los períodos pasados de tiempo, puede cerrar inmediatamente el presente libro. No quiere esto decir que sea suficiente estudiar los Principios de Geología, o leer tratados especiales de diferentes observadores acerca de distintas formaciones, y notar cómo cada autor intenta dar una idea insuficiente de la duración de cada formación y aun de cada estrato. Podemos conseguir mejor formarnos alguna idea del tiempo pasado conociendo los agentes que han trabajado y dándonos cuenta de lo profundamente que ha sido denudada la superficie de la tierra y de la cantidad de sedimentos que han sido depositados. Como Lyell ha hecho muy bien observar, la extensión y grueso de las formaciones sedimentarlas son el resultado y la medida de la denudación que ha experimentado la corteza terrestre. Por consiguiente, tendría uno que examinar por sí mismo los enormes cúmulos de estratos superpuestos y observar los arroyuelos que van arrastrando barro y las olas desgastando los acantilados, para comprender algo acerca de la duración del tiempo pasado, cuyos monumentos vemos por todas partes a nuestro alrededor.

 

*Añadido por mí Principios de Geología

 

Lectura aconsejada:

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