Disparate en el párrafo septingentésimo octogésimo octavo de El Origen de las Especies

Normalmente las revistas científicas someten sus trabajos propuestos a revisión antes de publicarlos. Los libros también se dejan leer a otros profesionales de la ciencia que puedan advertir al autor acerca de algunos posibles errores o recomendarle algún cambio.

En el caso que nos ocupa, nadie leyó esto nunca con una intención crítica antes de publicarlo. Nadie aconsejó al autor eliminar tantos disparates como los que aquí vemos. Por ejemplo, el siguiente:

 

me parece que demuestra concluyentemente que esta esterilidad no es un don más especial que la imposibilidad de ser injertadas una en otra dos especies distintas de árboles

 

 

 

 

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With respect to the almost universal sterility of species when first crossed, which forms so remarkable a contrast with the almost universal fertility of varieties when crossed, I must refer the reader to the recapitulation of the facts given at the end of the ninth chapter, which seem to me conclusively to show that this sterility is no more a special endowment than is the incapacity of two distinct kinds of trees to be grafted together; but that it is incidental on differences confined to the reproductive systems of the intercrossed species. We see the truth of this conclusion in the vast difference in the results of crossing the same two species reciprocally—that is, when one species is first used as the father and then as the mother. Analogy from the consideration of dimorphic and trimorphic plants clearly leads to the same conclusion, for when the forms are illegitimately united, they yield few or no seed, and their offspring are more or less sterile; and these forms belong to the same undoubted species, and differ from each other in no respect except in their reproductive organs and functions.

 

Por lo que se refiere a la esterilidad casi general de las especies cuando se cruzan por vez primera, y que forma tan notable contraste con la fecundidad casi general de las variedades cuando se cruzan, debo remitir al lector a la recapitulación de los hechos dada al final del capítulo IX, que me parece que demuestra concluyentemente que esta esterilidad no es un don más especial que la imposibilidad de ser injertadas una en otra dos especies distintas de árboles, y que depende de diferencias limitadas a los sistemas reproductores de las especies cruzadas. Vemos la exactitud de esta conclusión en la gran diferencia que existe en los resultados de cruzar recíprocamente dos especies; esto es, cuando una especie es primero utilizada como padre y luego como madre. El resultado análogo de la consideración de las plantas dimorfas y trimorfas nos lleva claramente a la misma conclusión; pues cuando las formas se unen ilegítimamente, producen pocas semillas o ninguna, y sus descendientes son más o menos estériles; y estas formas pertenecen indubitablemente a la misma especie y difieren entre sí nada más que en sus funciones y órganos reproductores.

Lectura aconsejada:

 

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