Dificultades demasiado abrumadoras para dudar de su peso en el párrafo septingentésimo nonagésimo séptimo de El Origen de las Especies

Allí donde la realidad demuestra la falsedad de sus ideas (ausencia de formas intermedias) el autor tiene una enorme capacidad de invención:

merece señalarse especialmente que las objeciones más importantes se refieren a cuestiones sobre las cuales reconocemos nuestra ignorancia, sin saber hasta dónde llega ésta. No conocemos todos los grados posibles de transición entre los órganos más sencillos y los más perfectos;

 

¿Cuáles serían esos órganos sencillos? ¿Acaso hay órganos perfectos? ¿Es lo contrario sencillo de perfecto? ¿Acaso excluye la perfección la idea de sencillez?

 

No es que existan objeciones graves como indica el autor. El problema es distinto. Es que el autor es especialista en generar confusión.

 

 

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Such is the sum of the several chief objections and difficulties which may justly be urged against the theory; and I have now briefly recapitulated the answers and explanations which, as far as I can see, may be given. I have felt these difficulties far too heavily during many years to doubt their weight. But it deserves especial notice that the more important objections relate to questions on which we are confessedly ignorant; nor do we know how ignorant we are. We do not know all the possible transitional gradations between the simplest and the most perfect organs; it cannot be pretended that we know all the varied means of Distribution during the long lapse of years, or that we know how imperfect is the Geological Record. Serious as these several objections are, in my judgment they are by no means sufficient to overthrow the theory of descent with subsequent modification.

 

Tal es el resumen de las diferentes objeciones y dificultades principales que pueden con justicia ser presentadas contra nuestra teoría, y he recapitulado ahora brevemente las respuestas y explicaciones que, hasta donde a mí se me alcanza, pueden darse. He encontrado, durante muchos años, estas dificultades, demasiado abrumadoras para dudar de su peso; pero merece señalarse especialmente que las objeciones más importantes se refieren a cuestiones sobre las cuales reconocemos nuestra ignorancia, sin saber hasta dónde llega ésta. No conocemos todos los grados posibles de transición entre los órganos más sencillos y los más perfectos; no puede pretenderse que conozcamos todos los diversos medios de distribución que han existido durante el largo tiempo pasado, ni que conozcamos toda la imperfección de los registros geológicos. Con ser graves, como lo son, estas diferentes objeciones, no son, a mi juicio, en modo alguno, suficientes para echar abajo la teoría de la descendencia seguida de modificación.

Lectura aconsejada:

 

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