El autor expone la otra teoría debida a su pluma en el párrafo ducentésimo vigésimo séptimo de El Origen de las Especies

 

Cuando uno pensaba que ya había leido bastante sobre palomas a lo largo de todo el primer capítulo;  cuando uno ya está de sobra convencido de que no tiene nada que ver la tarea de los mejoradores de animales con la vida en el campo; entonces, enmedio de este capítulo quinto titulado ni más ni menos que «Leyes de la Variación», vuelve el autor a la carga con su tema favorito: La columbicultura.

 

De nuevo el autor vuelve por sus fueros y  se manifiesta como un notable creacionista: Admite la teoría de creación independiente. Es extraño que ningún otro autor de la ciencia lo haya hecho hasta entonces y esto nos lleva a reconocer a Charles Darwin, el autor de OSMNS, no como fundador del evolucionismo según viene siendo habitual, sino más bien como fundador del creacionismo. El fundador del evolucionismo sería históricamente Lamarck. La teoría o pseudoteoría que Darwin introdujo en el mundo científico es otra: El creacionismo, que consiste en admitir que la creación independiente de las especies es un argumento científico. No obstante el autor defiende mal esta teoría puesto que si las especies han sido creadas independientemente, supongamos que por un creador, entonces no debería este haber seguido normas impuestas. Menos aún por autor tan ambiguo como el de OSMNS.

 

Aparece al final del párrafo el resultado de la pugna establecida entre ambas teorías: el evolucionismo lamarckista y la del autor:

 

A la larga, la selección triunfa, y nunca esperamos fracasar tan completamente que de una buena casta de volteadoras de cara corta obtengamos una paloma tan basta como una volteadora común. Pero mientras la selección avanza en las partes sometidas a modificación podemos esperar mucha variabilidad

 

Y ahora que todos sabemos que no es lícito en ciencia invocar a un creador lo cual constituye delito de Creacionismo, sólo falta que aprendamos que tampoco es lícito invocar a un fantasma semántico:  La Selección Natural.

 

 

 

227

When we see any part or organ developed in a remarkable degree or manner in a species, the fair presumption is that it is of high importance to that species: nevertheless it is in this case eminently liable to variation. Why should this be so? On the view that each species has been independently created, with all its parts as we now see them, I can see no explanation. But on the view that groups of species are descended from some other species, and have been modified through natural selection, I think we can obtain some light. First let me make some preliminary remarks. If, in our domestic animals, any part or the whole animal be neglected, and no selection be applied, that part (for instance, the comb in the Dorking fowl) or the whole breed will cease to have a uniform character: and the breed may be said to be degenerating. In rudimentary organs, and in those which have been but little specialised for any particular purpose, and perhaps in polymorphic groups, we see a nearly parallel case; for in such cases natural selection either has not or cannot come into full play, and thus the organisation is left in a fluctuating condition. But what here more particularly concerns us is, that those points in our domestic animals, which at the present time are undergoing rapid change by continued selection, are also eminently liable to variation. Look at the individuals of the same breed of the pigeon; and see what a prodigious amount of difference there is in the beak of tumblers, in the beak and wattle of carriers, in the carriage and tail of fantails, etc., these being the points now mainly attended to by English fanciers. Even in the same sub-breed, as in that of the short-faced tumbler, it is notoriously difficult to breed nearly perfect birds, many departing widely from the standard. There may truly be said to be a constant struggle going on between, on the one hand, the tendency to reversion to a less perfect state, as well as an innate tendency to new variations, and, on the other hand, the power of steady selection to keep the breed true. In the long run selection gains the day, and we do not expect to fail so completely as to breed a bird as coarse as a common tumbler pigeon from a good short-faced strain. But as long as selection is rapidly going on, much variability in the parts undergoing modification may always be expected.

 

 

Cuando vemos una parte u órgano desarrollado en un grado o modo notables en una especie, la presunción razonable es que el órgano o parte es de suma importancia para esta especie, y, sin embargo, en este caso está muy sujeto a variación. ¿Por qué ha de ser así? Según la teoría de que cada especie ha sido creada independientemente, con todas sus partes tal como ahora las vemos, no puedo hallar explicación alguna; pero con la teoría de que grupos de especies descienden de otras especies y han sido modificados por la selección natural, creo que podemos conseguir alguna luz. Permítaseme hacer primero algunas observaciones preliminares: Si en los animales domésticos cualquier parte de animal, o el animal entero, son desatendidos y no se ejerce selección alguna, esta parte -por ejemplo, la cresta de la gallina Dorking-, o toda la raza, cesará de tener carácter uniforme, y se puede decir que la raza degenera. En los órganos rudimentarios y en los que se han especializado muy poco para un fin determinado, y quizá en los grupos polimorfos, vemos un caso casi paralelo, pues en tales casos la selección natural no ha entrado, o no ha podido entrar, de lleno en juego, y el organismo ha quedado así en un estado fluctuante. Pero lo que nos interesa aquí más particularmente es que aquellas partes de los animales domésticos que actualmente están experimentando rápido cambio por selección continuada son también muy propensas a variación. Considérense los individuos de una misma raza de palomas y véase qué prodigiosa diferencia hay en los picos de las tumblers o volteadoras, en los picos y carúnculas de las carriers o mensajeras inglesas, en el porte y cola de las colipavos, etc., puntos que son ahora atendidos principalmente por los avicultores ingleses. Hasta en una misma sub-raza, como en la paloma volteadora de cara corta, hay notoria dificultad para obtener individuos casi perfectos, pues muchos se apartan considerablemente del standard o tipo adoptado. Verdaderamente puede decirse que hay una constante lucha entre la tendencia a volver a un estado menos perfecto, junto con una tendencia innata a nuevas variaciones, de una parte, y, de otra, la influencia de la continua selección para conservar la raza pura. A la larga, la selección triunfa, y nunca esperamos fracasar tan completamente que de una buena casta de volteadoras de cara corta obtengamos una paloma tan basta como una volteadora común. Pero mientras la selección avanza en las partes sometidas a modificación podemos esperar mucha variabilidad.

 

 

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